Hay que ponerle crueldad al blog para que... tengan una idea de lo que puedo llegar a escribir. Espero que les guste.
Danielys H
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-
La carretera era oscura, demasiado oscura. Emilio pensaba que eran sus luces las que no servían pero después de apagarlas por un momento, las volvió a encender e inmediatamente se percató de lo negra que era la noche. Las señales de tránsito eran nulas, ni siquiera se podía ver la raya que divide el pavimento en dos vías. Disimuladamente, el preocupado hombre, mira la hora; las once de la noche y aún seguían por ese camino. Los enormes árboles le daban la bienvenida con cada pedazo recorrido en su ruta.
Esa noche Emilio no estaba solo, así que se veía obligado a hablar, no sin antes mirar repetidas veces el reloj y a su silencioso acompañante. Una y otra vez lo hizo hasta que decidió romper el silencio.
- ¿Dan miedo eh?
- ¿Qué?
- Los árboles, parecen, los monstruos encapuchados de la película ¿no?
Su pregunta no tuvo respuesta. Camilo nunca salía de casa sin su peluche de la Rana René. Horas antes estaba con su padre en el cine, viendo una película de horror. Desafortunadamente para ambos el largometraje era demasiado aterrador y estaban demasiado asustados para poder articular palabras en un tono de voz normal.
- ¿Te gustó la película? - Pregunta Emilio
- He dicho que si
- No, no, no , dijiste “Sehhhh”. “Sehhh” está exactamente entre “Si” y “sip”... se los pondría a mis alumnos como ejemplo de ambigüedad. ¿querías decir eso? - Vuelve a preguntar Emilio con una leve sonrisa tratando de olvidar la película y a la vez haciendo un intento por reconfortar a su hijo.
- Más o menos papá. - Dijo Camilo en tono de conformismo.
- Hijo, ya sé que para ti es duro, pero mira el lado positivo, de vez en cuando podemos acostarnos tarde, ir por comida chatarra y ver películas que tu madre no te dejaría ver ni loca.
Por un instante Camilo se sintió aliviado mientras su padre le sonreía cual niño travieso ante aquellas últimas palabras. Emilio se había olvidado del camino por un momento, cuando al regresar su mirada al mismo ve a un ciervo en la mitad de la vía. Para fortuna de ambos tuvo los suficientes reflejos para hacerse a un lado de la carretera y pasar por un montón de hojas esquivando así al animal sin ningún problema. Luego de lo sucedido el niño fue el primero en hablar
- ¿Qué has hecho?
Emilio intenta recuperar el caliento y tras unos segundos responde
- ¿No viste al siervo?
- No – Responde el hijo mientras miraba para atrás - ¿Dónde? No lo veo
- Ya no está – Dice Emilio mientras mira nerviosamente por el retrovisor - habrá escapado
- Mmm, si claro – responde Camilo en tono de duda.
Nuevamente el silencio se apodera de ambos. Camilo miraba una y otra vez las copas de los árboles recordando esa horrible película que había visto con su padre mientras abrazaba con más fuerza su peluche de la rana René. Emilio por su parte miraba a cada instante el reloj, eran las 11,45 de la noche. La oscuridad le estaba jugando malas pasadas, el recuerdo de la película, los enormes árboles durante todo el trayecto y el más reciente susto no le permitían articular palabra alguna en un tono de seguridad. El sonido de un caucho perdiendo aire a gran velocidad interrumpe los pensamientos de cada uno
- Rayos – Dice Emilio mientras arruga la cara
- ¿Qué? - Pregunta el hijo
- Se ha pinchado un caucho... seguramente fue cuando nos salimos de la carretera.
Emilio se orilla en la carretera para poder cambiar el caucho. Antes de quitarse el cinturón de seguridad respira profundamente para llenarse de valor ante la oscuridad que le llenada.
- Ya vengo
- ¿Por qué no llamas a alguien, papá?
- Es solamente un caucho desinflado, a pesar de lo que diga tu madre no soy tan inutil, ahora vuelvo – Dice Emilio mientras abre la puerta del carro.
Por un momento el trayecto entre la puerta del piloto y la maletera del carro se hizo eterna. Al llegar a la parte trasera abrió la puerta, sacó el gato, la llave de cruz y una linterna; caminó hasta el caucho en mal estado y antes de agacharse miró a todos lados para verificar su completa soledad. Mientras Emilio hacía un intento por salir rápido de ahí, Camilo se quitó el cinturón de seguridad para acomodarse mejor frente a la ventana. A través de ella miraba constantemente los árboles recordando las escenas de los horribles series que ahí aparecieron. El viento hace estragos con las ramas altas y con la mente del asustadizo niño. Busca la mirada de su padre, pero éste está demasiado nervioso para prestar atención a su llamado visual, su único consuelo era el peluche que tenía entre sus brazos.
Emilio por fin controla el nerviosismo de sus manos, empieza a colocar el gato debajo del carro, cuando una rama partida hace que su piel se erice. El asustado hombre mira hacia atrás en un impulso natural, pero solamente ve hojas secas que bailan al compás del viento mientras los árboles se mueven con pereza.
- ¿Hay alguien ahí?
Camilo escucha la voz de su padre, y decide abrir la puerta
- ¿Ocurre algo papá?
- Nada Camilo, es el viento, cierra la puerta – Responde Emilio con voz temblorosa.
Por un instante el niño duda, pero el frío y el miedo lo convencen de que es mejor estar en el carro. El cuerpo de Emilio no deja de temblar por completo, no sabe si por el frío, por el miedo o por una mezcla de ambas cosas. El sabía que a pesar de eso tenía que darse prisa para salir de ese sitio, era más de la media noche. Decidido a solverntar el problema del caucho termina de acomodar lo que falta para subir el carro y cambiar el caucho, cuando un segundo crujido de una rama seca se escucha más cerca.
Instintivamente, Emilio, sujeta con una mano la llave de cruz y con la otra la lámpara; voltea rápidamente hacia atrás para mirar entre los árboles pero no había nada. Para no preocupar más a su hijo decide volver a su labor, pero los nervios hacen que la pieza metálica caiga de sus manos haciendo un fuerte ruido. Camilo se voltea y antes de que dijese una palabra su padre se excusa.
- No pasa nada, no pasa nada, solamente se me cayó la llave de cruz. Ya sabes que soy un poco torpe con esto.
El niño abraza con fuerza a su peluche puesto que sabe que algo malo va a pasar. Emilio recoge todo mientras piensa que es mejor hacer una llamada a la policía para que lo vengan a ayudar, sus manos temblorosas no le dejan sujetar nada con firmeza. Al sacar el gato debajo del carro siente la presencia de alguien acercándose con sigilo hacia él. Una vez más toma la llave de cruz y se voltea con rapidez... una vez más, no ve nada.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - Pregunta Emilio mientras camina hacia los árboles.
- ¿Qué sucede papá? - Pregunta el niño al abrir la puerta.
- ¡¡¡Quédate en el carro!!!
La noche era demasiado oscura para ver algo, su paso sigiloso lo alejó poco metros del vehículo. Decide avanzar un poco más cuando su lámpara empieza a fallar. Emilio la golpea y al levantar la mirada ve como tres criaturas salen entre los troncos de los árboles para atacarle.
- ¡¡¡Hey!!! Fuera de aquí
Los gritos de Emilio iban acompañados de movimientos para defenderse, la llave de cruz era su única arma contra sus atacantes. Eran demasiado rápidos, esquivaban con facilidad todos los golpes propinados por el asustadizo hombre.
Aléjense de mi hijo... ¡¡¡¡fuera de aquí!!!!
La llave de cruz iba de un lado a otro sin poder golpear a los invasores. En un abrir y cerrar de ojos las criaturas desaparecieron. Emilio escuchó a lo lejos que su hijo lo llamaba, éste se volteó para buscarlo cuando se topa con una terrible criatura que amenazaba con matarlo. Alguien tropezó la linterna caída y pudo ver el rostro que aquella cosa que tenía justamente de frente. Un grito de ira le dio la fuerza necesaria para golpear salvajemente a aquella bestia. Aunque el ser desconocido gritaba Emilio solamente podía pensar en matarlo para defender a su hijo.
Aquella criatura no se movió más, ya no gritaba. Lo único que tenía en sus manos, era un peluche de la rana René.
Danielys H
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La carretera era oscura, demasiado oscura. Emilio pensaba que eran sus luces las que no servían pero después de apagarlas por un momento, las volvió a encender e inmediatamente se percató de lo negra que era la noche. Las señales de tránsito eran nulas, ni siquiera se podía ver la raya que divide el pavimento en dos vías. Disimuladamente, el preocupado hombre, mira la hora; las once de la noche y aún seguían por ese camino. Los enormes árboles le daban la bienvenida con cada pedazo recorrido en su ruta.
Esa noche Emilio no estaba solo, así que se veía obligado a hablar, no sin antes mirar repetidas veces el reloj y a su silencioso acompañante. Una y otra vez lo hizo hasta que decidió romper el silencio.
- ¿Dan miedo eh?
- ¿Qué?
- Los árboles, parecen, los monstruos encapuchados de la película ¿no?
Su pregunta no tuvo respuesta. Camilo nunca salía de casa sin su peluche de la Rana René. Horas antes estaba con su padre en el cine, viendo una película de horror. Desafortunadamente para ambos el largometraje era demasiado aterrador y estaban demasiado asustados para poder articular palabras en un tono de voz normal.
- ¿Te gustó la película? - Pregunta Emilio
- He dicho que si
- No, no, no , dijiste “Sehhhh”. “Sehhh” está exactamente entre “Si” y “sip”... se los pondría a mis alumnos como ejemplo de ambigüedad. ¿querías decir eso? - Vuelve a preguntar Emilio con una leve sonrisa tratando de olvidar la película y a la vez haciendo un intento por reconfortar a su hijo.
- Más o menos papá. - Dijo Camilo en tono de conformismo.
- Hijo, ya sé que para ti es duro, pero mira el lado positivo, de vez en cuando podemos acostarnos tarde, ir por comida chatarra y ver películas que tu madre no te dejaría ver ni loca.
Por un instante Camilo se sintió aliviado mientras su padre le sonreía cual niño travieso ante aquellas últimas palabras. Emilio se había olvidado del camino por un momento, cuando al regresar su mirada al mismo ve a un ciervo en la mitad de la vía. Para fortuna de ambos tuvo los suficientes reflejos para hacerse a un lado de la carretera y pasar por un montón de hojas esquivando así al animal sin ningún problema. Luego de lo sucedido el niño fue el primero en hablar
- ¿Qué has hecho?
Emilio intenta recuperar el caliento y tras unos segundos responde
- ¿No viste al siervo?
- No – Responde el hijo mientras miraba para atrás - ¿Dónde? No lo veo
- Ya no está – Dice Emilio mientras mira nerviosamente por el retrovisor - habrá escapado
- Mmm, si claro – responde Camilo en tono de duda.
Nuevamente el silencio se apodera de ambos. Camilo miraba una y otra vez las copas de los árboles recordando esa horrible película que había visto con su padre mientras abrazaba con más fuerza su peluche de la rana René. Emilio por su parte miraba a cada instante el reloj, eran las 11,45 de la noche. La oscuridad le estaba jugando malas pasadas, el recuerdo de la película, los enormes árboles durante todo el trayecto y el más reciente susto no le permitían articular palabra alguna en un tono de seguridad. El sonido de un caucho perdiendo aire a gran velocidad interrumpe los pensamientos de cada uno
- Rayos – Dice Emilio mientras arruga la cara
- ¿Qué? - Pregunta el hijo
- Se ha pinchado un caucho... seguramente fue cuando nos salimos de la carretera.
Emilio se orilla en la carretera para poder cambiar el caucho. Antes de quitarse el cinturón de seguridad respira profundamente para llenarse de valor ante la oscuridad que le llenada.
- Ya vengo
- ¿Por qué no llamas a alguien, papá?
- Es solamente un caucho desinflado, a pesar de lo que diga tu madre no soy tan inutil, ahora vuelvo – Dice Emilio mientras abre la puerta del carro.
Por un momento el trayecto entre la puerta del piloto y la maletera del carro se hizo eterna. Al llegar a la parte trasera abrió la puerta, sacó el gato, la llave de cruz y una linterna; caminó hasta el caucho en mal estado y antes de agacharse miró a todos lados para verificar su completa soledad. Mientras Emilio hacía un intento por salir rápido de ahí, Camilo se quitó el cinturón de seguridad para acomodarse mejor frente a la ventana. A través de ella miraba constantemente los árboles recordando las escenas de los horribles series que ahí aparecieron. El viento hace estragos con las ramas altas y con la mente del asustadizo niño. Busca la mirada de su padre, pero éste está demasiado nervioso para prestar atención a su llamado visual, su único consuelo era el peluche que tenía entre sus brazos.
Emilio por fin controla el nerviosismo de sus manos, empieza a colocar el gato debajo del carro, cuando una rama partida hace que su piel se erice. El asustado hombre mira hacia atrás en un impulso natural, pero solamente ve hojas secas que bailan al compás del viento mientras los árboles se mueven con pereza.
- ¿Hay alguien ahí?
Camilo escucha la voz de su padre, y decide abrir la puerta
- ¿Ocurre algo papá?
- Nada Camilo, es el viento, cierra la puerta – Responde Emilio con voz temblorosa.
Por un instante el niño duda, pero el frío y el miedo lo convencen de que es mejor estar en el carro. El cuerpo de Emilio no deja de temblar por completo, no sabe si por el frío, por el miedo o por una mezcla de ambas cosas. El sabía que a pesar de eso tenía que darse prisa para salir de ese sitio, era más de la media noche. Decidido a solverntar el problema del caucho termina de acomodar lo que falta para subir el carro y cambiar el caucho, cuando un segundo crujido de una rama seca se escucha más cerca.
Instintivamente, Emilio, sujeta con una mano la llave de cruz y con la otra la lámpara; voltea rápidamente hacia atrás para mirar entre los árboles pero no había nada. Para no preocupar más a su hijo decide volver a su labor, pero los nervios hacen que la pieza metálica caiga de sus manos haciendo un fuerte ruido. Camilo se voltea y antes de que dijese una palabra su padre se excusa.
- No pasa nada, no pasa nada, solamente se me cayó la llave de cruz. Ya sabes que soy un poco torpe con esto.
El niño abraza con fuerza a su peluche puesto que sabe que algo malo va a pasar. Emilio recoge todo mientras piensa que es mejor hacer una llamada a la policía para que lo vengan a ayudar, sus manos temblorosas no le dejan sujetar nada con firmeza. Al sacar el gato debajo del carro siente la presencia de alguien acercándose con sigilo hacia él. Una vez más toma la llave de cruz y se voltea con rapidez... una vez más, no ve nada.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? - Pregunta Emilio mientras camina hacia los árboles.
- ¿Qué sucede papá? - Pregunta el niño al abrir la puerta.
- ¡¡¡Quédate en el carro!!!
La noche era demasiado oscura para ver algo, su paso sigiloso lo alejó poco metros del vehículo. Decide avanzar un poco más cuando su lámpara empieza a fallar. Emilio la golpea y al levantar la mirada ve como tres criaturas salen entre los troncos de los árboles para atacarle.
- ¡¡¡Hey!!! Fuera de aquí
Los gritos de Emilio iban acompañados de movimientos para defenderse, la llave de cruz era su única arma contra sus atacantes. Eran demasiado rápidos, esquivaban con facilidad todos los golpes propinados por el asustadizo hombre.
Aléjense de mi hijo... ¡¡¡¡fuera de aquí!!!!
La llave de cruz iba de un lado a otro sin poder golpear a los invasores. En un abrir y cerrar de ojos las criaturas desaparecieron. Emilio escuchó a lo lejos que su hijo lo llamaba, éste se volteó para buscarlo cuando se topa con una terrible criatura que amenazaba con matarlo. Alguien tropezó la linterna caída y pudo ver el rostro que aquella cosa que tenía justamente de frente. Un grito de ira le dio la fuerza necesaria para golpear salvajemente a aquella bestia. Aunque el ser desconocido gritaba Emilio solamente podía pensar en matarlo para defender a su hijo.
Aquella criatura no se movió más, ya no gritaba. Lo único que tenía en sus manos, era un peluche de la rana René.
10 comentarios:
Dejame ser el 1ero en felicitarte =0 Que historia mas buena ... Nunca me espere tan dramatico final... Espero muchos mas escritos como este...
Atte: BaaL
JAJAJAJAJ Clásico Dany! Muy bueno! Definitivamente, el género que te sale mejor es el de suspenso. Me encanta!!!!
Cruel.....oscura......genial.....esa es tu esencia Ñumi, grand finale, digna de ti, te quiero un montón, felicidades, su blog pertenece al exclusivo grupo de los blogs con cerebro y sentido.......mas naaaaa
Muy buena historia....
Felicitaciones. le esta agarrando el gustico a la escritura...
Por cierto, Por que Venados Cachondos en plena via???
Malditos Venados cachondos.. eso fue lo único que realmente me asusto del Aro II...
wow!!! estoye n shock, que horrible, el padre mata a su propio hijo.. jajaj aahora ando con miedo, pero muy buena historia, me mantuvist en suspenso *y chorriada* durante todo el cuento! 100 ptos para tí!
un beso
ani sosa
Excelente como siempre mi Dany linda, ya sabes que soy tu fan number one, mira, preparo mi café, me siento frente al pc y digo: ahora si, voy a leer a Dany y me la paso chevere con tus post, porcierto que aun me faltan muchos post por leer TQM un abrazo
BaaL Heheheh graaacias lindo, y la idea es hacer más dramáticos los finales. Claro que habrás más historias así de crueles.
Gabo Graaaaaaaaaaaaaaaaciassss, y si el suspenso me va, pero no todo el tiempo, pk sino se vuelve medio aburridito.
Slave Tan bello mi ñumito, gracias amor.
Miguel Hahahah siempre le he tenido amor a la escritura... lo que pasa es que no has visto TODO lo anterior. Gracias y saludos.
Ani Sosa Hoooola linda, bienvenida a mi blog. Que bueno que te haya gustado, espero que leas más de lo que hay aquí. Besos
Nancy Amiiiiiiiiiii tú siempre tan linda. Muchas gracias... jajaja vas a tener que hacer un tobo de café para leer toooodo lo que he hecho. Un beso grande y un abrazo.
LO UNICO QUE PUEDE DECIR ES...
EXQUISITO
TODA UNA OSCURA Y CRUEL SECUENCIA DE PALABRAS QUE DAN PLACER LEER
SALUDOS EL RELATO TE QUEDO DEL CARAJO
coño q bien nuevamente me sorprendí con el final de la historia y me encanta la emoción que le das!excelente historia!
Graaaaaaaaaciassssss, Goddman y Renzi. Me encanta que disfruten las cosas que escribo. Besos
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