Pena de muerte, en Venezuela

Es hora de ponerle un toque de seriedad al blog, prometo que luego vuelvo a mi nota sexual que he traído desde hace rato en mis publicaciones. Bueno hoy tengo que hablar de algo que me sucedió en estos días pasados y me llevó a pensar en lo extremistas que podemos ser los seres humanos.

Quien cree en Dios ajuro cree en el Diablo, quien cree en la vida cree en la muerte. Hay cosas con las que estoy a favor, una de ellas es la pena de muerte y antes de que alguien me venga con aquello de las pruebas fehacientes de algún crimen les aseguro que existen muchas personas que ni siquiera merecen un juicio para determinar la culpabilidad o no de los mismos. De ahí saltamos a los benditos “derechos humanos de los presidiarios”. Cárceles donde la gente está apilada en un cuarto de 2x2, donde la inmundicia se sirve en el plato de comida, y el dormir sin temor es algo que se dejó en la puerta del reclusorio. Estamos claros en que no se puede vivir de esa manera, en que existen condiciones humanas que deberían ser respetadas, y que aunque estos hayan cometido delitos siguen siendo personas.

Ahora bien ¿hasta dónde llegan los “derechos humanos” de aquellos que matan y violan sin piedad, mujeres que abandonan o matan a los niños, hombres que por simple maldad matan a otro hombre?. Hablo de la realidad Venezolana, aquí no existe la pena de muerte y la máxima es de 30 años. La división dentro de los pabellones de acuerdo al nivel de peligrosidad es mínima ... prácticamente, da lo mismo un ladrón de cartera que el drogadicto o el que violó a un niño de 5 años. La ridícula creencia de la regeneración no es más que taparse los ojos ante una realidad virtual. ¿Cómo se regenera alguien que vive en una universidad de robo, violación y asesinato? Es una fantasía pensar que un violador va a regenerarse cuando dentro de la misma cárcel es violado y tras cada minuto de encierro se llena de resentimiento ante la sociedad.

Sé que jugar al verdugo no es la mejor manera de hacer pagar el daño hecho, sé que si se mata a alguien por venganza no se revive al muerto, pero aunque suene cruel, es un alivio saber que esa parte mala de la sociedad se eliminó. De seguro alguien me va a decir “la condena ya es suficiente paga para el daño hecho. Ellos aunque se hayan equivocado también son seres humanos y tienen derechos”. A quien me dijo eso (que de paso lee este blog) le tengo una muy buena historia.

Un hombre de 30 años violó y mató a 3 niños en un barrio, pena máxima (30 años). Lucharon por sus supuestos derechos, el tipo se puso a hacer servicio comunitario, se portó tan bien que le llevaron la pena a 15 años (cuando ya tenía cumplidos 5 años, le faltaban 10 y listo). Volvieron a luchar por “sus derechos” y al año le otorgaron la salida. El hombre, con 36 años vuelve a la sociedad. Un mes después ese mismo hombre había matado y violado a dos niñas en una noche.

Ahí tienen la fulana creencia en la regeneración de presidiarios y ahí tienen el resultado de luchar por alguien que no vale la pena.