jueves, marzo 30, 2006

En Otoño....



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Las amigas especiales también tienen espacio en mi literatura. Mayra un beso
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El parque estaba desolado, Mayra estaba cansada, y el caer de las hojas le hizo pensar en su emigración…. Cada hoja era un recuerdo que se iba junto con el resto del otoño.

Elizabeth sacó su espejo y suspirando se dijo: No pisados umbrales, desconocidas puertas, ventanas que no he abierto sobre esos paisajes donde vive (sin mí) la gente que yo amo.

Puedo esperar que un día esos rostros ilusamente claros en la memoria, reaparezcan
(menos envejecidos que yo) y con vivas sonrisas se alegren (menos que yo también) de mi seguir viviendo con el menor olvido que he podido.

Ah, mis fantasmas vivos, si al retornar vacilan en reconocerme, no les reprocharé – yo misma con frecuencia tampoco me reconozco en esa extraña anciana que el espejo devuelve.

El tiempo es la más insondable distancia, un viaje engorrosamente desdichado; sin embargo, no importa, esta noche con saberlos vivos me basta: Todo me lo compensa esa alegría.

Epístolas perdidas que me buscan añorando respuestas, a los desconocidos umbrales que amo lleguen mis indefensas palabras. Las frases, conjeturadas ayer en el tren, (cerraste los ojos para imaginar las casas que extrañas en USA emocionada.)

Ahora, inconexas frases, ruinas pero ayer casi lloras de súbita alegría recordando con anhelos de porvenir a tanta gente querida, si muy perdidas de vista nunca dejadas de amar.

Tantas cartas que no envié, que a menudo ni siquiera escribí, cartas perdidas, o peor quemadas, convertidas en basura, tantos años desechados por tontas previsiones: ni súplicas ni consejos pedí después o antes de equivocarme. Desde mi corazón sólo para vivos y muertos queridos escribí como pude para aprender que la verdad – si la hay- es menos esencial que la ternura.

Contra las habituales cautelas, suprime el simultáneo discurso del censor. Intentemos aunque parezca disparatado ser reales, deja ya de llamar al miedo astucia y contra todo cálculo sal a mostrarte sincero con todos para que comience el no escuchado preludio que rompa por fin nuestro desencantado silencio resumen.

Las hojas dejaron de caer y con ellas las huellas de Mayra dieron la bienvenida al paso del invierno…

domingo, marzo 19, 2006

Obra Maestra



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Los nombres de mis Personajes son gracias a Santi :$. Besos nene
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Cruje como si gimiese con cada soplo de viento. Parece que nadie ha vivido ahí en siglos. El Sol se esconde, y la sombra de la casa se extiende por toda la calle vacía y silenciosa. Todas las ventanas y cortinas están cerradas menos una, la más pequeña y alta, que parece un ojo negro mirando a todas partes. No tiene cortina, pero tampoco la necesita.

Había poca luz en la habitación, pero era suficiente para que Gustaff Gupta deleitara su vista. Sus manos estaban entrelazadas y su cuerpo encorvado, a veces es más cómodo sentarse así que estar recordando posturas y protocolos estando a “solas”.

Después de haber observado detenidamente la estructura del suelo levanta la mirada y esboza una sonrisa a medias, nadie lo había visto sonreír así; desvía la mirada hacia la derecha, como recordando ese episodio televisivo que tanto le gusta. De la nada sale un cigarrillo, lo enciende y se pone de pie. Ese día llevaba una braga de mecánico puesta; era negra pero Gupta no recordaba si ese era el color original de la misma o si la mugre la había llevado a esa magnitud.

Toma aliento. Su voz era grave, no tenía acento, nunca perdió la compostura en sus palabras: ¿cuántas personas habrán trabajado para que yo pueda saborear este cigarrillo? ---- dijo. No había sonido alguno, ni siquiera el eco de su voz era partícipe de la oscuridad. Así empezó todo... con el sabor de un cigarrillo:

Despacio, las mejores cosas de la vida suceden despacio. ¿No me digas que no lo crees? Un postre delicioso, un hermoso atardecer, incluso el sexo se disfruta más cuando se demora un poco. De hecho escogerte, fue un proceso lento y delicado. Tuve que esperar bastante…

¿Ves este bisturí? Podría sólo enterrarlo en tu corazón y el espectáculo terminaría en un santiamén. Pero eso sería barbaridad. Yo soy un artista. Deslizarlo por tu cuello suavemente sería mucho más elegante, pero aún carecería totalmente de sentimiento y de originalidad. ¿No lo ves? Tonta, ¡Estúpida! ¡Tú y yo vamos a hacer verdadera poesía!

Ah, claro, te decía. Me llevó mucho tiempo que estuvieras lista para este momento. Yo estaba siempre allí, observándote, sabiendo que algún día serías parte de esto. Te recuerdo muy bien con tu uniforme del colegio. ¿Qué tenías? ¿Ocho o nueve años? Sí, lo supuse. Eras una niña hermosísima, tu cabello rubio en dos tonos y tus ojos color almendra.

Te veía subir las escaleras hasta el aula. Te ví como le sonreías a los profesores, subir a tu bicicleta y partir a casa donde estabas segura, pero aún allí, yo te observaba. Te vi tantas veces caminar desnuda hacia la ducha. Aborrezco este hábito de las personas de cubrir su belleza con tela. Pero…. tú no te cubrías, y me dejabas ver este hermoso cuerpo desarrollándose cada vez más, hasta llegar a ser el paisaje de Jardín del Edén que es ahora. Todos estos años yo he estado aquí, cultivándote, y hoy es hora de cosechar.

¡Qué bella eres! Mira este cuello de cisne. Casi pide a gritos ser acariciado por el frío acero. Pero debo ser cuidadoso, después de todo a nadie le gusta una obra maestra que dure sólo unos segundos. ¡Es la tragedia de mi arte! Un solo error al momento de usar mi delicada herramienta y todos los años de trabajo que he invertido en ti se irían en un segundo de rojo furor. Por eso he practicado bastante, he tenido toda clase de lienzos para hacerlo, los ha habido en los más frescos tonos pastel y en los más desagradables y mórbidos negros, pero tu piel color marfil no tendría igual en mil años. Déjame descubrir tu cuerpo, ¡cómo odio esta maldita tela que lo esconde! Así es mejor, mira tus senos, tus pezones bellos como botones de rosa, tu vientre color de leche, tus muslos, tu sexo. ¡Anda, continúa gimiendo! Dale al artista la inspiración que necesita…

Traigamos primero un poco de fuego. La llama azul que se acerca poco a poco hacia tu vientre. ¿Sientes dolor? Tonta ¡Claro que sientes dolor! Ese es el propósito del arte, el dolor, el amor, la pasión y el odio. Todo eso sentirás por mí. Observa tu piel rompiéndose al paso del bendito fuego como los mares ante la mano poderosa de Moisés.

Ahora las agujas ¿Dónde deben ir? Sólo debo colocar siete. Es un número ideal. Suficientes para ser notadas, pero no tantas que se vuelvan grotescas. Es una decisión difícil. Bueno, a trabajar, no debemos hacerte esperar demasiado. Una en cada pezón, atravesándolo. Eso es obvio, pero debo ser cuidadoso en la forma, debe ser estético. Sólo enterrarlas sería un trabajo que cualquier bruto realizaría. Tal vez si hallara el centro exacto, sí. Pero debe entrar en un ángulo recto, preciso. Tardaré un poco. Sientes la perfección del acero entrando por tu piel ¿verdad? Ninguna sensación es como esa. Así, despacio. ¡No te muevas!

La tibia sangre que corre por tu piel semeja pequeños arroyos. Eres mi obra maestra, ¡el pináculo del arte!

¿Sabes? A algunas de mis obras anteriores las trabajé usando algunos insectos y roedores. Su sufrimiento al sentir la carne mordisqueada por los pequeños y afilados dientecillos era supremo. No lo sé, tal vez podríamos intentarlo. Tiene un enorme dilema el trabajar de ese modo. Los animales son impredecibles y no tienen la menor idea de lo bello. ¿Qué hacer? ¿Sacrificar la belleza estética por la belleza del dolor? ¡Qué diablos, hay que encontrar belleza en el Caos! ¿Sabías que Miguel Ángel para esculpir el David tuvo que adaptar su escultura, porque el bloque de mármol que utilizó era imperfecto? Aún así el arte era perfecto. No importa si estos pequeñines causaran algún defecto poco estético a tu cuerpo, yo, el Gran Maestro sabré cómo remediarlo. ¿Te había dicho que tengo que dejarlos sin comer durante días para que tengan hambre y puedan roer tu delicada carne?

Sí, aquí va este pequeñín, justo sobre tus pequeños pies, ¿no te parece adorable? ¡Oh! ¡Parece que encontró un lindo dedito! Sí, ese dolor que experimentas ahora debe ser muy intenso, pero tú no sabes nada de lo que es sufrir, siempre has tenido todo en tus lindas manos. Yo en cambio, he tenido que luchar a muerte para obtener lo que quiero. Tú por ejemplo. Ah, recuerdo aquella tarde en que saliste para verte con el tal Ricardo. No podía soportar lo que mis ojos veían a través del cristal de su automóvil. Había tardado ya casi ocho años cuidando de ti para que de pronto apareciera ese estúpido y me robara de entre las manos tu dulce virginidad. Si supieras las noches que soñé desde que te vi por primera vez en poseerte en esta mesa… Pero ese niñito rico me la ha pagado muy caro. Sí, él no se escapó creyendo que estabas embarazada. ¿Te duele enterarte en esta forma? Él no fue un buen trabajo. Sentía demasiado odio. Ni siquiera se puede decir que disfruté mi venganza. Pero ya ves qué bueno soy. He sabido perdonarte y aunque ya no pueda ser el primero, serás siempre mi mejor trabajo, ¡mi Obra Maestra!

¿Ya estás satisfecho amiguito? Pero qué mal educado eres, ni siquiera has terminado tu plato, sólo lo has mordido un poco. No importa, acompáñame a tu jaulita, en tres o cuatro días tú y tus hermanitos estarán listos para acabar con el trabajo. Ahora mi dulce niña, ¿por qué no comenzamos con algo un poco más divertido? Sí, has adivinado, iré por mi juego de bisturís. Oh, cómo nos divertiremos. Mira, no sé lo que opines pero tengo planeados dos cortes justo aquí, sobre el pubis. Y otro justo aquí, sobre tus muslos. El miedo en tu cara me dice que estás de acuerdo. Tal vez unos cuántos cortes en tu linda cara de ángel. Sí, comencemos por aquí, en los pómulos. ¡Mira qué enorme sonrisa te he dejado! Está bien, vamos a quitarte la mordaza para que puedas gritar un poquitín y me dejes ver cómo quedaron estos cortes…

Ahora pasemos éste, que es más pequeñito por tu abdomen. Sí, así. Nena, ya sabes que blasfemar no solucionará nada. Será mejor que te ponga la mordaza de nuevo. No tendríamos que hacerlo si tu madre te hubiera educado mejor. Tal vez sería bueno seguir con tu lengua jovencita. ¡En verdad eres una malcriada! ¡Ahora mismo iré por las pinzas para sostenerla! Y más vale que seas una niña buena y no te ahogues con tu propia sangre. Espera, que ya traigo la gasa para detener la hemorragia.

Oh, puedes creerlo mi amor. No era mi intención privarte del habla todavía, pero no dejabas de maldecir, y para serte sincero, no me parecía justo privarme a mí de tus gritos. Seguramente ahora te preguntarás por qué no te he violado aún verdad. La verdad es que no me interesa ya putita. El tal Ricardo se llevó todo lo que en realidad me hacía vivir. Ahora tendré que entretenerme en otras cositas. ¿Cómo se verá esta linda carita salpicada por ácido? Más vale que lo averigüemos.

Diablos, ¿oyes aquella lejana campanita? Debe ser Jocelyn. Es una pequeñita adorable. No tanto como lo eras tú, pero aún así me parece que a ella podré cuidarla mejor que a ti. Viene porque le prometí una cajota llena de chocolates. También a ti te regalaba chocolates, ¿recuerdas? Oh Camila, por qué tenías que decepcionarme. ¡Tal vez sólo te mate y ya! ¡Tal vez no eres tú la indicada para ser mi obra maestra! Todas aquellas lecciones de virtud que te di. Y tus padres, ellos se esforzaron casi tanto como yo en alejarte del pecado. El internado, los servicios religiosos los domingos, la institutriz que te cuidaba celosamente ¡incluso de mí, que sólo buscaba tu protección! Sí, tal vez te mande de una buena vez a los infiernos a que visites a tu querido Ricardo pequeña golfa.

Tú no mereces el tiempo que he invertido en ti. Y allí está Jocelyn. Tal vez ella si sepa apreciar toda mi dedicación y guardarse para ser mi obra maestra. No lo sé. Tal vez tarde mucho en madurar… Pero tengo más tiempo que vida ¿no crees? Sí Camila, muere ahora. Desángrate poco a poco o muere de hambre. No me importa. Tal vez en un par de días suelte a las ratas. Y en cuanto a ti mi pequeña Jocelyn, crece. Disfruta de tu bella infancia comiendo de mis chocolates y aprendiendo de mis valiosos consejos sobre la virtud y la moral. Yo te estaré esperando aquí. No tengo ninguna prisa.

La espera ya era insoportable, el calor en el carro era infernal pero la espera valía la pena.

- Perdona la espera Gustaff
- No te preocupes Camila, ¿Nos vamos?, tengo una nueva obra maestra que enseñarte