lunes, febrero 14, 2005

No pasa nada


- Si si si... estoy segura de lo que digo – Dijo Marisela
- Ohhh vamos mujer que son exageraciones tuyas... seguramente lo soñaste... o lo viste en una película – dijo Manuel mientras reía con el resto del grupo.
- Puede ser un deja vu – dijo Martha
- Ayyyyy ya vas a salir con tu psicología barata – dijo Ricardo
- Bueno.... bueno calma, calma que el asunto va en serio – asintió Marisela en un tono de seriedad momentánea. – ¿Creen que estoy loca o que ando jugando? Pues no…... hagamos una cosa... vamos este fin de semana a la casa de la montaña para que se den cuenta de lo que hablo. Ese sitio existe.
- Vale, Ricardo y yo podemos ir – dijo Martha
- Ok amor tu ganas, iremos todos – dijo Manuel dándole un beso en la frente.
- Gracias – sonrió Marisela – voy a la cocina por más bebida

¡Cálmate mujer pareces una loca! Se dijo mientras caminaba a la cocina. Cuando buscaba en la nevera escuchó un ruido entre los arbustos, como quien tropieza una rama seca. Se sobresaltó, sintió un escalofrío repugnante. Trató de agudizar sus sentidos pero solo escuchaba las voces de su novio y sus amigos.

- Ja! ¡Estás pasada de paranoica! – dijo en voz baja

Nuevamente escuchó un ruido fuera de la casa, ahora, mucho más fuerte; dejó caer las botellas y se quedó paralizada.

- ¿Qué pasa amor? – llegó corriendo Manuel
- ¿Todo está bien? – preguntó Martha con tono de preocupación
- Afuera... Afuera – Dijo Marisela llorando, asustada y aterrada.
- No veo nada...seguro fue un animal o algo parecido – dijo Ricardo al mismo tiempo que se asomaba por la ventana de la cocina – Voy a investigar.
- NOOOOOO...no vayas! – gritó Marisela
- Tranquila, no pasa nada.
- Tranquila amiga seguro es un animal como dijo Ricardo – vamos al mueble que estás pálida. Ven déjame ayudarte. Manuel ayúdame por favor.
- Si – dijo Manuel al mismo tiempo que ayudaba a Marisela a ponerse de pie.
- Voy a revisar afuera – dijo Ricardo saliendo por la puerta de la cocina.

Era una noche muy oscura, afuera la temperatura era de –5º C. Ricardo cerró por completo su chaqueta para luego poner atención a lo que buscaba. No se alejó mucho de la puerta para prevenir un asalto sorpresa; trató de ver algo en la oscuridad y al no obtener respuesta en su búsqueda decidió entrar.

- ¡Hey! no ha sido nada...seguro fue un animal. Tranquila Marisela ¡No pasa nada!– dijo Ricardo sonriendo desde la puerta.
- Ves amor.... todo está bien ¡No pasa nada! – dijo Manuel sonriendo

Mientras Manuel y Martha calmaban a su amiga Ricardo estaba cerrando a punto de cerrar la puerta cuando una mano tapó con fuerza su boca arrastrándolo fuera de la casa. No tuvo tiempo de gritar ni siquiera pudo tropezar algo para que se dieran cuenta de lo que pasaba. Movía sus brazos en el aire con desesperación, intentaba ponerse de pie para enfrentar al desconocido pero era demasiado fuerte. La desesperación y el miedo lo invadieron, una dolorosa punzada en la espalda ahogó su miedo en un grito que nunca salió de su garganta.

Sus ojos sobresaltados expresaban un dolor insoportable, lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, repetidas veces sentía como se agudizaba el dolor, poco a poco sintió que las fuerzas lo iban abandonando, ya no forcejeaba en el aire, ya no sentía ganas de gritar. La mano que lo callaba se apartó y solo quedó un suspiro del cuerpo de Ricardo.

- ¡Hey! ¿Dónde está Ricardo? ¿No estaba en la puerta?- preguntó Manuel mirando hacía la cocina esperando encontrar a su amigo. - ¿Ricardo? ¿Dónde estás? Vamos hombre que esos no son juegos.
- Algo pasa ... alguien está afuera – dijo Marisela invadida por el miedo.
- Voy a buscarlo y en cuando lo vea me las va a pagar – dijo Martha.
- No vayas por favor...afuera hay alguien, lo sé.
- Vamos Mari, tranquila.
- Por favor.
- No pasa nada, vengo en un momento.
- Tranquila Mari, seguro fue a chequear de nuevo – dijo Manuel.

Martha buscó su chaqueta y salió de la casa. ¡Demonios, que frío! – pensó.
- ¡Ricardo! Sal de donde estés, mira que esos no son juegos. No seas tan pesado.

Se escuchó un ruido cerca de los carros. Martha decidida a acabar con la broma pesada de su novio se dirige hacia los carros hablando en voz baja y protestando por la actitud de su compañero. Camino al sitio donde escuchó el ruido se tropieza con una piedra y cae al suelo. –Lo que faltaba, he manchado de barro mi vestido nuevo. Ricardo me las vas a pagar. Pensó.

Se puso de pie para percatarse de cómo había quedado su traje, tratando de retirar un poco el sucio sintió como una mano tapaba su boca, era demasiado fuerte y sentía como su cuerpo era arrastrado hacia los arbustos. Trataba de forcejear pero fue inútil, trató de gritar y la fuerza de la mano se afincó mucho más.

Se detuvo y su cuerpo fue volteado con fuerza, para quedar viendo con horror el cuerpo inerte de Ricardo. Trató de gritar pero no pudo. El miedo y el horror hicieron que mojara sus piernas con orina. Ya no era un juego. Una voz gruesa le dice: ¡No pasa nada!. El frió entró como una punzada en su espalda. El calor de la sangre recorría su espalda mientras su cuerpo caía con suavidad quedando con los ojos abiertos, congelada en el tiempo.

- Martha no regresa – Dijo Marisela completamente asustada.
- Seguro está peleando con Ricardo por algo, ya sabes como son.
- ¡NO! No me tratas como a una desequilibrada
- ¡No lo hago! Pero mira como estás... estás hecha un manojo de nervios.... No pasa nada
- ¡Basta! He escuchado esa maldita frase toda la noche y ahora mira lo que pasa
- ¡Cálmate!
- ¡No!
- ¡Voy a salir a buscarlos para que te des cuenta del ridículo que estás haciendo.
- ¡No no no no! No mi amor no salgas por favor – dijo Marisela en tono de súplica.
- Ya vengo

Marisela se quedó sola en la sala. Sentada llorando en el mueble mientras veía como Manuel se alejaba por la puerta principal.

Estaba demasiado oscuro para ver algo; caminando despacio para no tropezar con nada escuchó una voz débil en las cercanías. Agudizó su oído y pudo escuchar nuevamente el lamento. Caminó rápidamente al sitio de donde provenía el sonido. Se topó con una rama que le lastimó el rostro.

- ¡Genial! Tengo un amigo loco, su novia es una puta y mi novia está a punto de volverse loca y ahora me pego como un pendejo con una maldita rama ¿Algún pájaro quiere cagarse en mi chaqueta? – dijo caminando mientras con la mano trataba de aliviar el dolor.

Se tropieza con algo y por poco cae. – ¡El coñísimo de la madre! – exclamó. Sacó de su bolsillo un yeskero para ver con que se había tropezado. Con dificultad se da cuenta que es una pierna. Era Ricardo

- ¡Coño me asustaste! Párate y vamos adentro antes de que a Marisela le de una embolia de lo paranoica que anda – dijo mientras movía la pierna de su amigo con la punta del zapato.

Una mano tapa con fuerza su boca y sin dar tiempo a que se moviera o tan siquiera se percatara de lo sucedido un filo helado se hundió en su espalda. Manuel al sentir el frío metal trata soltarse, su asesino lo deja pensando en el juego del gato y el ratón.

Manuel se va corriendo hasta los carros tratando de abrir alguna puerta. Un leve roce de la hoja metálica hace que la sangre corra por su cuello; Manuel no puede gritar. Al caer tropieza su mano con un tronco de madera. En un esfuerzo intenta golpear a su atacante pero sus movimientos fueron inútiles.

Siente como su cuerpo es arrastrado hacia la casa. Con mucha dificultad pudo ver su rostro en el espejo y detrás a Marisela sonriendo, solo pudo escuchar: ¡No pasa nada!.

- Estamos reportando desde donde ocurrió un triple homicidio. En el perdieron la vida tres jóvenes Manuel, Ricardo y su novia Martha. La única sobreviviente de este crimen fue la joven Marisela quien está recluida en el centro clínico Bárbula. La policía sigue en la investigación del caso.

La habitación estaba recubierta por paredes blandas, su ropa era blanca, su cabello estaba suelto y desarreglado. Movía su cabeza de un lado a otro.

– NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
– Marisela que sucede, estás sudando, tuviste una pesadilla, tranquila, respira. No pasa nada. Dijo Manuel en un tono dulce y preocupado.

Marisela se levanta de la cama para calmarse un poco, va hacia el baño y abre la llave del lavamanos. Humedece su rostro y al levantarlo se exalta al ver el rostro de Manuel en el espejo.

- ¡Idiota!, me asustaste.
- ¡No pasa nada!
- Hazme un favor... no digas esa frase, no la soporto.

Marisela es tomada con fuerza. El roce de una hoja metálica hace que la sangre corra por su cuello.

- ¡No pasa nada! – dijo Manuel.

martes, febrero 08, 2005

¡Tengo frío!


¡Tengo frío! – Se dijo - ¿Dónde estoy? Ahhh si, ya lo recuerdo.... estoy... sólo estoy. Me parece mentira llevar tanto tiempo encerrada, sin ver un poquito de luz, ni siquiera sé que tengo a mi alrededor; no recuerdo como son mis manos, ni mis pies, no sé como es mi cuerpo .... ¿cómo saberlo si no puedo ver?

¡Tengo frío! – pensó nuevamente – me pregunto ¿cuánto tiempo debo esperar para salir de aquí? ¿y si no salgo? ¡Heyyyyyyyyy! ¿Hay alguien afuera? Jaajajaj como si los gritos de mis pensamientos los fuese a escuchar alguien ¿será que puedo moverme?

¡Tengo frío! – suspiró en sus pensamientos - ¿y si extiendo mi mano? Lo que pensaba.... nada. Tengo ganas de llorar, pero no sé como se hace eso, o mejor dicho no lo recuerdo. Siento deseos, muchos; pero no sé distinguirlos; siento que estoy viva de esta misma “Nada”

¡Tengo frío! ¿Llevo acá días, horas, semanas, meses?

¿Qué es esto? Ya no tengo frío, me duele el cuerpo, siento ganas de salir de donde sea que estoy...¡Tengo miedo! .... por algún motivo no quiero salir...la oscuridad es todo lo que conozco. ¿Qué me pasa? ¿Quién soy? ¿Voy a morir? ¿Estoy muerta?

¡Tengo miedo! ¿Y si todo debe ser así? ¿esto es la vida o ...la muerte? ¿Quién me puso acá? ¿por qué lo hizo?

Una luz.... ¿cómo sé si es una luz? Nunca he visto una ... pero me hace sentir diferente.... es como si me llamara; su llamado es más fuerte, siento que debo ir pero... tengo miedo. Supongo que es lo único que he visto. Iré.

- Nació - dijo alguien...

Ahora entiendo.....

jueves, febrero 03, 2005

Agonía



Se despertó ciego, no veía nada, todo era oscuro y caluroso. No comprendió donde estaba. Intentó hablar, clamar, llamar a alguien, pero el esfuerzo de sus pulmones fue coronado con intenso dolor y un silencio lúgubre y sepulcral lo invadió.

Acostado... no podía moverse. Seguía sin entender que pasaba ... trató de recordar pero su mente estaba envuelta en las mismas tinieblas que sus ojos... ¿Era un sueño? ¿Acaso estaba encerrado en algún lugar? ¿o podía estar muerto...? ¿supuestamente en un ataúd? ¿condenado al infierno?

En el ahogante ardor que le oprimía escuchó lejanos lamentos que no pudo descifrar, gritos, llantos, sollozos ... como...provenientes de un pozo muy profundo y lejano y aun así podía escucharlos. No los pudo entender, eran demasiado débiles. Se asustó... pasó horas en pánico, aterrorizado, ¿Eran los lamentos de los que purgan sus culpas?. La incertidumbre lo torturaba, y sintió que su orina se soltaría en cualquier instante, ..., era el terror del hombre, sentimiento visceral, ancestral, que recorría su cuerpo y su mente. Cerca estuvieron algunas lágrimas; pero su esfuerzo y orgullo las reprimieron con tensión.

De repente tras largas horas de desvaríos, en el espacio de un segundo, un instante ... ínfimo.. una esperanza. Pareció reconocer una palabra, aunque paradójicamente hablando ... no la entendió. A pesar de eso pensó en una posibilidad distinta. Esos gritos casi mudos, esos lamentos infrahumanos ¿era hebreo el idioma que oyó?. Se quedó inmóvil sin respirar, escuchando atento y ansioso, agudizando sus sentidos. Luego de una eternidad petrificado, lo supo

- ¡Qué sinfonía magistral! ¡Era hebreo! ¡Si! ¡No estaba en el infierno! – pensó - ¿entonces? ¿soy prisionero? ¿estoy en una celda? ¿no es preferible ser prisionero de los hebreos que estar condenado al Averno?.

Peter se sintió más sereno, aliviado,...el cansancio lo venció al fin.

Alguien lo despertó, alguien que no habló. En la oscuridad lo alimentó bruscamente con un caldo grasiento que tragó con asco y dolor. Sintió que las cucharadas le laceraban los labios y que el caldo le causaba ardor en la garganta, pero tenía hambre. ¿Quién era? No lo supo. Siguió pensando en su situación, en el silencio. No podía moverse.

Sospechó que lo tenían amarrado; pero no podían tener amarrados sus sentidos

- ¿por qué no veo? ¿por qué no escucho? ¿por qué no puedo hablar? ¿porqué no siento mis dedos cuando los muevo? .... solamente olores me conectan con lo tangible y certero.

Pensó mucho esa tiempo decidido a acabar con su vital acertijo. Sabía que si lo hacía con determinación sin descanso, terminaría recordando algo... poco a poco comenzaron a desfilar las imágenes por su cabeza. Fuego, tanques, humo y sangre... y de golpe un escalofrío repugnante recorrió su cuerpo. Recordó que era un soldado, Peter Holme “Era .... es mi trabajo desactivar minas terrestres”, se dijo asustado y triste.

Luego de un instante, un presentimiento ..., como un gélido presagio se le vino encima... y una luz brillante se transformó en un estallido que hizo implosión en su cerebro... Peter recordó todo...

¡Eso ocurrió! Una mina.... una mortal mina explotó en su cara y en sus manos... a la razón supo que había perdido las manos, que no veía, y ¿cómo?, sin ojos... lloró durante horas o días, realmente el tiempo era irrelevante; la humedad le dio la certeza de las vendas que le cubrían el rostro.

Cuarenta días habían pasado.... le parecieron un siglo.

El último día por la tarde, el cuarenta, la respiración se le hizo muy trabajosa y el dolor insoportable, lo poco que inhalaba le quemaba las entrañas, se desesperó, intentó gritar a pesar de saber que su voz nunca más iba a brotar, movía la cabeza, le ardía todo el cuerpo como si sus venas acarrearan fuego en vez de sangre. Tuvo la certeza de que había llegado la hora, y, aunque estaba asustado, se sintió aliviado.

Tranquilizándose pensó en despedirse, pero nadie vino a su corazón. Siempre estuvo solo, tan solo como en estos instantes finales. Lloró otra vez, gimiendo arrepentido. “Gimiendo por lo que no fue y por lo que no hizo, gimiendo por lo que tuvo y por lo que no dio; lágrimas por la vergüenza de nacer y morir llorando”.

Entrada la noche, percibió, en su solitaria agonía, un aroma, exquisito y refrescante que lo serenó; sabía que era una mujer a pesar de que nunca había olido el perfume de una. En la lejanía, como si procediera de un sueño, escuchó una dulce voz que le hablaba.

Solo pude entender “poemas de amor y una canción”, y él la pudo ver sin mirar, pudo sentirla sin tocarla ... ¿Era amor? ... pero él no lo sabía... solo sabía que ella dijo “poemas de amor y una canción” .

Cerrando el libro, y con su último suspiro y una alegría infinita en el corazón... Peter murió.