viernes, diciembre 30, 2005

El Caminante




La temperatura descendió en aquel lugar. El gélido viento levantaba las hojas marchitas del suelo en esa tarde de otoño. Mientras todo empezaba a morir su nacimiento comenzaba. Las ramas danzaban provocando sombras en aquel lúgubre paraje. Los animales corrían buscando el refugio de sus madrigueras, temerosos de lo que estaba por llegar.

Ningún camino cruzaba aquel páramo y la carretera más cercana se encontraba a varios kilómetros de la linde del bosque. Las siluetas de los edificios de la ciudad se dibujaban en el horizonte, bañadas en la roja luz del atardecer.

La luna ya se distinguía en el cielo anunciando la llegada de la noche. El sol descendió a gran velocidad creando espectros en el bosque. Cuando el día llego a su fin, la luz de la luna baño el lugar con un blanquecino albor.

El negro lago, inalterable, no reflejaba su silueta. Las aguas temblaron y se rompieron cuando una pálida figura ascendió en el centro de este. Su largo cabello le caía hasta los hombros tapando su semblante. En un sensual movimiento descubrió su rostro moviendo su negra melena.

Su cara presentaba unas delicadas facciones y uno labios carmesí que incitaban a ser besados. Sus ojos eran de un color azul oscuro que te robaban el corazón con solo mirarlos. Su cuerpo era delgado pero musculoso.

Comenzó a caminar a la orilla con gráciles movimientos sobre la superficie del lago. Cuando llegó a ésta alzó la vista y observó la gran ciudad. Estaba llena de reses, el olor de su sangre llegaba asta allí. Sonrió, mostrando una perfecta dentadura en la que destacaban unos grandes colmillos, sonrió como hacia siglos que no hacia. El mundo le mostraba muchos caminos.

¿A dónde iría el recién nacido en estos momentos?
La sed le volvía loco, esa sed que llevaba tanto tiempo sin ser saciada.

Y allí, en lo más alto de la Place Grève se erguía el vampiro. Vestía una larga gabardina oscura que ondeaba con la suave brisa que soplaba en la ciudad. Sus manos, esas manos que podían fragmentar la cabeza de cualquier mortal como si de una nuez se tratara, estaban ahora aferrándose a un pináculo de la catedral como buscando otra oportunidad, pero ya no había marcha atrás. Sus ojos, esos ojos que habían contemplado el cenit y el ocaso de tantas civilizaciones, esos ojos que años atrás ardían de pasión con cada víctima que consumían, ahora se posaban sobre el horizonte con la indiferencia de las gárgolas. Su piel, que aparentando la fragilidad de las más fina porcelana podía soportar el más duro de los golpes; su piel, que ardería irremediablemente con el albor de la mañana.

No recordó los momentos de su centenaria vida porque ya lo había hecho demasiadas veces, nadie lo echaría de menos, igual que él no buscaría el recuerdo de nadie. Hacía muchas décadas que las palabras amor, odio, misericordia o redención habían perdido todo sentido para él.

Había buscado la salvación en Dios, en el Diablo, y en tantos otros con tan variados nombres que la vida o la muerte ya no le merecían la menor consideración. Desde el momento en que sus colmillos se hincaron en la frágil garganta de su primera víctima, supo que estaba condenado, ¿a la vida?, ¿a la muerte?, ¿a algo peor? Eso ahora ya no importaba, aquella misma noche había decidido acabar con su existencia (si acaso se la podía llamar así), sin preocuparse por dónde irá o dónde dejará de ir...

jueves, diciembre 08, 2005

CARTA MORTAL (Fredric Brown)



No acostumbro publicar historias ajenas en mi blog, pero esta merece un espacio acápues la ironía me encantó...espero la disfruten

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CARTA MORTAL


Laverty pasó por una de las ventanas abiertas y cruzó silenciosamente la alfombra, hasta que se situó detrás del hombre de cabellos grises que trabajaba en el escritorio.

- Hola, diputado - saludó.

El diputado Quinn volvió la cabeza y se puso en pie, tembloroso, al ver el revólver con el que le apuntaba Laverty.

- Laverty - recriminó -, no seas necio.

- Te dije que lo haría algún día. He esperado cuatro años, pero ya ha llegado la hora.

- No quedará impune, Laverty. He dejado una carta que deberá ser entregada si yo muero.

- Mientes Quinn - rió Laverty -. No podrías escribir una carta responsabilizándome de nada sin explicar mis motivos. No te gustaría que me juzgaran y me condenaran, porque saldría a relucir la verdad. Y eso ennegrecería tu memoria.

Laverty apretó seis veces el gatillo.

Volvió a su automóvil, lo condujo hasta un puente para librarse del arma asesina; después se dirigió a su apartamento y se acostó.

Durmió tranquilamente hasta que sonó el timbre de la puerta. Se puso una bata, fue a la puerta y abrió.

Su corazón se detuvo, y allí mismo se desplomó.

El hombre que llamó a la puerta de Laverty, sorprendido, se conmovió, pero hizo lo debido. Pasó sobre el cuerpo de Laverty y utilizó el teléfono del apartamento para llamar a la policía. Luego, esperó.

- ¿Su nombre? - preguntó el teniente.

- Babcock. Henry Babcock. Había traído una carta para el señor Laverty. Esta carta.
El teniente la cogió, vaciló un instante y la abrió desdoblando el pliego.

- Pero si es sólo una hoja de papel en blanco.

- No sé nada, teniente. Mi superior, el diputado Quinn, me dio esa carta hace mucho tiempo. Mis órdenes eran entregársela inmediatamente al señor Laverty cuando le ocurriera algo extraño al diputado. Así que, después de oír la noticia por la radio...

- Sí, ya lo sé. Fue asesinado esta noche, ¿Qué clase de trabajo desempeñaba usted para él?

- Bueno, era un secreto, pero no creo que eso importe ahora. Acostumbraba a tomar su lugar en las reuniones y discursos sin importancia que él deseaba evitar. Como usted ve, teniente, soy su doble.

jueves, noviembre 24, 2005

Desgracia Eterna





Quiero dejar constancia de cómo encontré este manuscrito ya que no puedo asegurar que sea cierto.

Era Agosto, había aprovechado la encantadora tarde de aquel día para ir a dar un paseo a algún sitio tranquilo y así alejarme de los ruidos de la ciudad, me fui a una tranquila playa cerca del kilómetro 56 que solía frecuentar.

Llegué a la playa, extendí mi toalla y comencé a dar un paseo por la orilla del mar, de repente vi a lo lejos una botella en la arena; en un principio pensé -¿quién seria el ocioso?- pero cuando llegué hasta ella vi que tenía una nota en su interior, esto me llenó de curiosidad, siempre había deseado encontrar un mensaje en una botella. Pasaron miles de cosas por la cabeza como ¿de dónde procedería?, ¿cuánto tiempo llevaría surcando los mares? E incluso si el escritor del mensaje había dejado en el alguna referencia sobre su dirección, seria una bonita forma de hacer amigos en todas las partes de mundo (creo que vi demasiadas películas de romance), lanzar una botellas con tu dirección y así el desconocido que la recogiese podría ponerse en contacto contigo.

Pero todas estas esperanzas se desvanecieron cuando leí la carta que ésta contenía, era un manuscrito, estaba escrito en ingles y el horror que en él se relata me estremeció.

No quiero comentar nada acerca de la carta porque creo que cada uno debe interpretarla como quiera.

La carta esta traducida tal cual como la encontré.


La carta:

Mi nombre no importa, simplemente no soy nadie puede que antes lo fuese pero todo lo que había sido llegó a su fin a partir de los hechos que voy a relatar.

Era el año 1217 cuando empezó todo:

Primavera; no podría concretar el mes pero calculo que podría ser mayo, por aquel entonces yo vivía con mi esposa en una pequeña aldea al oeste de Londres. Había sido un mal año... el peor que puedo recordar, el invierno nos había castigado con dureza y la comida escaseaba, las cosechas habían sido muy malas y la caza era insuficiente.

Pronto la situación se convirtió en insostenible, la comida paso de ser una necesidad a ser un lujo que nadie se podía permitir, nadie pensaba que podría aguantar hasta la próxima cosecha con vida ya que aun faltaban varios meses para recogerla y el hambre ya había hecho acto de presencia en la aldea.

El hambre arremetía nuestras entrañas haciendo que se retorciesen como un saco lleno de gusanos. No tardó en cobrarse sus primeras víctimas sobre todo ancianos y niños, la hambruna iba asolando lentamente la aldea carcomiéndola desde adentro como un enemigo invisible que dejaba tras de sí un rastro de esqueléticos cadáveres que pronto se tornaban putrefactos e infectos propagando rápidamente el peor enemigo que existía en aquella época para el hombre. El que era capaz de reducir una ciudad a la nada en cuestión de días sin que ningún ejército pudiese luchar contra él. El Tifus entró en la aldea como un vendaval de muerte.

Este nuevo enemigo era mucho más sanguinario que el otro que de algún modo ofrecía alguna alternativa de salvación, el hambre te mata poco a poco desgastándote y si por fortuna conseguías algo que te pudieras llevar a la boca escapabas de ella dejándola atrás, sin embargo este nuevo demonio implacable lo asolaba todo sin hacer ninguna distinción igual era que uno fuese fuerte o débil, joven o viejo todo esto era indiferente para él.

Al tercer día de haberse instalado este nuevo inquilino en la aldea las bajas se contaban por cientos y cada uno de estos cadáveres alimentaba la fuerza de este siniestro habitante.

Su ritmo era imparable e incesante, se introdujo en mi esposa, estaba perdida, yo hice todo lo posible por salvar su vida pero todos mis esfuerzos fueron en vano, nada sobrevivía al injusto hermano de la muerte que, como un sádico dios malvado, debilitaba a las personas obligando a su hermana mayor a dar el golpe de gracia, que era lo mejor que podía suceder.

La enfermedad era brutal, te proporcionaba una lenta y dolorosa muerte:
Comenzaba con un leve dolor de cabeza que pronto se convertía en insoportable, las fiebres eran altísimas provocado delirios terroríficos y erupciones purulentas por todo el cuerpo tan dolorosas como mil antorchas quemándote al mismo tiempo. La única manera de escapar de aquel martirio era la divina muerte, la dulce muerte que te transporta al mundo del descanso eterno, el mismo descanso que temes cuando no lo necesitas y que deseas cuando es inevitable.

Al fin la muerte se apiadó del alma de mi esposa. Yo estaba sentado a los pies de la cama cuando la muerte entró en la habitación, de repente su respiración cesó y eso fue su fin, yo tardé en aceptar lo que acababa de pasar delante de mis ojos, fue como un destello, casi pude ver a la muerte arrebatarle el alma con un rápido gesto. De repente comprendí lo que había pasado y pegué un grito de dolor tan grande y sincero que hice que la muerte me mirara a la cara, deseé morir con toda mi fuerza yo amaba a mi esposa más que a mi propia vida y no soportaba la idea de vivir sin ella.

Grité deseando mi muerte, preguntándole a la dulce salvadora por qué me había arrebatado a mi mujer. Salí de la casa corriendo desesperado, corrí y corrí hasta caer bruscamente al suelo desfallecido por el cansancio.

Cayó la noche, estaba tendido en el suelo debajo de un gran árbol, estaba muy cansado y caí sumido en un profundo sueño que empezó siendo amable y acabo siendo terrorífico:

Me encontraba en una verde pradera, estaba sentado en una gran roca, la única roca que existía ya que podía divisar el horizonte en todas las direcciones y no conseguía ver nada que no fuese hierba y llanura, soplaba una ligera brisa cálida que me ofrecía una gran sensación de paz y tranquilidad. De repente pude divisar algo en el horizonte, algo se acercaba lentamente y en un parpadeo el tiempo dio un tremendo salto aquella mancha en el horizonte y estaba justo delante de mí; era un hombre viejo que me miraba fijamente, quise decir algo pero fui incapaz de emitir sonido alguno.

El hombre seguía mirándome fijamente con una expresión de benevolencia en la cara de repente el cielo azul se torno gris dejando caer un relámpago sobre el horizonte, el hombre comenzó a hablarme yo intentaba responderle pero no podía,

-sabes quien soy - dijo-estuvimos en la misma habitación, yo fui a por el alma de una mujer y tu me ofreciste la tuya –

-Si, deseo morir- dije, de repente había recobrado la capacidad de hablar

-¿por qué? – dijo

-Al llevarte a mi mujer me has matado - dije

-Sé que tus sentimientos son sinceros, por lo que concederé tu deseo-dijo

El hombre me tapó los ojos y noté como introducía una mano en mi pecho, sin causarme dolor, con delicadeza, extrajo la mano, abrí los ojos y descubrí en la mano de la muerte el palpitante órgano del alma, de mi alma! Ya no tenia alma! Estaba muerto. El cielo se torno otra vez azul y.........................

Me desperté aturdido, reflexione un rato sobre el extraño sueño que había tenido y fui incapaz de sacar nada en claro, lo único que seguía deseando morir.

De repente note un ligero y a su vez terrorífico dolor de cabeza, el mal había entrado en mi. No podía volver a casa, no con mi mujer allí, así que me resigne a morir debajo de aquel árbol.

Paso el primer día los síntomas empeoraron notablemente el dolor de cabeza era insoportable y la fiebre altísima.

Paso otro día, las erupciones habían empezado a salir por la mañana y al caer la noche ya se habían extendido por todo el cuerpo.

Llego el tercer día no comprendía nada llevaba tres días enfermo, sin comer y sin beber ya tenia que estar muerto pero no era así mi sufrimiento era extremo y deseaba con todo mi ser la muerte. Aun no comprendía nada.

Pasaron días y días pero mi hora no llegaba, así que en medio de ese terrible sufrimiento decidí acabar con mi vida. Saqué el cuchillo de caza que siempre llevaba encima y me asesté varias puñaladas en el vientre, pero no conseguí acabar con mi vida no obstante aun no se como acabar con mi vida.

No sé exactamente porque estoy muerto pero sigo vivo, la muerte cometió un error que yo estoy pagando pero solo deseo volver a verle la cara y sentir como me lleva hacia el descanso eterno, hacia la dulce muerte.

Sigo llevando conmigo el demonio del tifus, vivo en las sombras como un monstruo deseando mi imposible muerte esperando que ésta se acuerde de mí y acabe con mi desgracia eterna.

martes, septiembre 27, 2005

El Closet

















- Haaaaaaaaaa!, que se vaya, que se vaya, mamáaaaaaaaa

Los alaridos de Sofía inundaban la casa de los Hernández, eran las 3:21 AM y la quietud que reinaba se había marchado, de pronto la puerta de su habitación azotó contra la pared mientras su padre sostenía una pistola en la mano

- ¿Qué pasa, qué te sucede cariñito?
- Papi, volvió a salir la mujer del ropero
- es una pesadilla hija mía, ¿no es cierto Alberto?
- Claro, no tiene que temer Sofía, ya estamos aquí.

El rostro figuró una mueca de terror, sus padres no le creían en absoluto lo que ella vivía casi todas las noches.

- Pero ella estaba ahí, parada frente a mi cama, salió del ropero.
- Cálmate. Dime cómo era ella

La expresión de desesperación de la madre cada vez creía al igual que las palpitaciones de su corazón, parecía que no quería escuchar aquello

- Basta... deja la niña en paz, que venga a dormir con nosotros.
- Esta bien, pero me gustaría saber que es lo que ella mira.
- ella solo tiene pesadillas, abre la puerta que la llevo en mis brazos

Regresaron a su habitación con Sofía aun asustada. La noche transcurrió tranquila después de ese incidente

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- Vecino, ¿su hija es la que estaba gritando anoche?
- Así es Jaime, era una pequeña pesadilla, algo pasajero, ¿oye, esa manguera es buena?, deberías prestármela algún día, ¿acostumbras a rociar el césped todas las mañanas?
- Tranquilo muchacho, una pregunta a la vez, si, y si.
-Bien, nos vemos al rato

Alberto no podía ocultar el rostro de padre desesperado, era de todas la noches que su hijita los despertaba con gritos de desesperación quejándose de la mujer en el ropero, esto tenia que acabar pensaba en sus adentros, pero como, llevarla a un psicólogo, o darle alguna droga; él no esta de acuerdo en todo eso, pero la desesperación lo estaba matando.

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Esa noche Sofía se negaba rotundamente a dormir en su habitación, así que su padre decidió quedarse en ella y probarle que es un simple sueño.

- Bien mis mujeres, quedaré de guardián del cuarto por esta noche y verán que no es más que una pesadilla.

Daban las 1:23 AM mientras él dormía placidamente inmerso en sus sueños cuando un sonido rechinante los despertó, entreabrió sus adormilados ojos y con la visión turbia vió el ropero que se abría, entonces, su corazón empezó a palpitar más de lo normal, miraba como lentamente el ropero abría su puerta, la penumbra no lo dejaba ver bien, la puerta estaba completamente abierta pero no lograba ver algo adentro, su corazón se estremecía pensando que su hija podría tener razón y no era una simple pesadilla, una sombra se deslizo desde adentro de forma espectral, no tenia figura alguna, mas parecía una mala jugada de la mente, pero unos ojos desorbitados los trataban de observan.

- haj!

Dejó escapar un grito mudo mientras apretaba la sabana con su mano izquierda mientras que con la mano derecha buscaba el arma debajo de la almohada. Al ir avanzado la figura fantasmal se dejo ver a una mujer de figura delgada pero desaliñada, con un vestido negro, esbozaba una sonrisa simiesca y no parecía que llegase a comprender algo si era interrogada, de pronto señaló con su huesudo dedo hacia Alberto. El titubeó con el arma en la mano, no sabía si tomarla o no, se sintió adormecido y cayo de espalda hacia la cama y se quedo en un sueño profundo.

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- Papi, Papi, ¿cómo te fue anoche, agarraste a esa mujer?

Alberto despertó de sobresalto y miraba al pie de la cama a su esposa y a su hija.

- ¿Ah?, si, si, claro, ella dijo que no te iba a molestar jamás, ya esta todo bien.
- ¿O sea que ya puedo dormir de nuevo en mi camita?
- ¿Sabes que, pienso que debería darte otro cuarto, este ya es muy pequeño para ti?

Alberto dirigió la vista hacia su esposa y esta le regresaba una mirada de terror

- Suéltame mami, no me aprietes, ¿que te pasa?
- ¿E?, nada hijita lo siento.
- ¿Bien, que te parece?
- SI, será divertido
- Hoy mismo haremos el cambio

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- No sé, de repente perdí el conocimiento, ¿que quiere que haga?
-Pues buscar la manera de que eso que aparece ahí no vuelva nunca jamás
- ¿Y que quieres que le diga?. Señora, no vuelva, aquí todos estamos vivos. Y luego le abro la puerta.
- Talvez no, pero algo se tiene que hacer
- Deja de parlotear y ayúdame con este ropero

Sus miradas se entrecruzaron y como por telepatía colocaron el ropero en el pasillo y decidieron abrirlo, Alberto tomó la decisión de abrir la puerta, la haló lentamente, y extrañamente el rechinar no se escucho como esa noche.

- Mujer, algo raro esta pasando aquí
- ¿Que no lo habías notado?

Dejó abrir la puerta y una figura fantasmagórica de una mujer con rostro grisáceo y ojos de serpiente se dejó ver por unos momentos, ellos cayeron en la inconciencia...


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-Discúlpenme pero lo que usted me cuentan es fantástico, es pura mentira, créanme, no es cierto, despierte en la realidad.

Alberto se despertó dentro de una habitación estaba amarrado y un señor de mediana edad con aspecto de doctor lo interrogaba en ese momento.

- ¿que paso, donde estoy?
- ¿No lo recuerdas verdad Simón?
- ¿Simón?, mi nombre es Alberto
- No, no, no estas progresando, tu te llamas simón
- Por Dios, ¿Que pasa aquí?
- Te lo diré de nuevo, Tu no tiene hija alguna, y la mujer que mencionas es tu mujer a la cual asesinaste por ser incapaz de tener hijos, tu la mataste, en tu interior quieres ser otra persona llamada Alberto la cual es mejor persona que tu. Inventas esas historias de que defiendes a tus hijos o hijas de una mujer muerta.
- No puede ser….
- Llévenselo a su habitación

Alberto en la soledad de su habitación intenta ordenar sus ideas tratando de conseguir una respuesta lógica a todo lo que le pasaba… miró el closet y vio que de éste salía una figura fantasmal de una mujer de figura delgada con un vestido negro y que esbozaba una sonrisa.

jueves, agosto 25, 2005

Sigo Esperando



A ti, mi príncipe

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Corría el año 400 a. de C. El ser amazona no es algo tan agradable como se lee en la historia y más si eres la dirigente de un numeroso grupo de guerreras.

Las amazonas no somos lo que dicen, no matamos a nuestros hijos varones, ni los dejamos abandonados a su suerte; no nos quitamos el pecho derecho ni el izquierdo para poder tirar mejor del arco, eso solo son estupideces de un grupo ignorante de hombres, que escriben de nosotras sin conocernos. Somos solitarias porque tenemos una misión especial dada por Artemisa al principio de los tiempos. Ya basta con el preámbulo, os debo estar aburriendo; empecemos con mi nombre “Aeluz”, perteneciente a la quinta dinastía de amazonas griegas, hija de la reina, sucesora al trono por derecho propio.

Volviendo al inicio, en dicho año se corría el rumor de que un nuevo DIOS griego, corrompía a las mujeres y embraveciéndolas contra sus maridos y matando a sus hijos, su nombre BACO, dios del vino y para mi de la perdición.

Estaba con algunas de mis compañeras de caza en el campo, colocando trampas para las bacanales (adoradoras de Baco) que es lo mismo que decir vampiras, debíamos matar a Baco como diera lugar y la única manera era cazar a una bacanal para que nos diese información acerca de él, pero él nos hallo primero; de un momento a otro, nos envolvió el olor de las vides de un campo de uvas cercano, estaba desolado pero el olor nos llamaba; de pronto me aparte de mi grupo, llegue a la casa, la puesta estaba abierta, algo raro para tal región. Entré con cautela, y fue como ingresar a una cueva, pero el ambiente era totalmente excitante; vi a muchas mujeres, bailando enloquecidas, muchos hombres las rodeaban; de un momento a otro lo vi., a uno de los hijos de Caín a Baco, el Dios mas pernicioso de Olimpo, pero el más apuesto, el más intrigante, ni siquiera Hades ni Ares lo superaban, en atractivo y belleza, era el dios mas hermoso, con mucha razón las mujeres se enloquecían.

Su aspecto me enrarecía, su tez, sus ojos, su cabello, su cuerpo medio desnudo, excitaba a hombres y mujeres; me sentía ida de mi cuerpo. Y hasta ese momento había olvidado mi misión, matar al Dios con la sangre de la cierva dorada, en la punta de una flecha de oro. Nadie me reconoció al principio, con mi ropa ligera y la mascara de guerra, me movía sigilosamente para evitar cualquier interferencia de los hombres y las mujeres que estaban con él.

De un momento a otro, todo se hizo una gran confusión, mis compañeras eran encadenadas y obligadas a avanzar hacia Baco.

Habían sido golpeadas y sus mascaras destruidas, no podían verme, no podían o todo se vendría abajo. Vi cuando las tiraron al suelo, quince valientes mujeres amazonas, las mas fuertes, incluso mas que el mismo Aquiles, y todas esas personas observándolas, como eran golpeadas hasta que Baco intervino, él sabia que yo estaba cerca para matarlo, solo que mis amazonas no le dirían donde, preferirían morir antes que traicionarme. Aunque yo hubiese preferido que lo hubiesen hecho, los hombres mas bellos dentro del grupo de Baco se acercaban a ellas, ellas no se movían, estaban hipnotizadas, cada uno las besaban en sus bocas y luego en el cuello, y las desangraban las tiraban al piso y empezaban a morir; esta clase de seres pueden oler el miedo, la angustia y la cólera; fue esa cólera la que los alertó.

Antes de que terminaran con las tres ultimas amazonas, saqué tres flechas del carkac que estaba en mi espalda; tomé la sangre de la cierva dorada y embadurné las flechas, si que me hubiesen visto; me deslicé de tal manera que no me notaran, vi a Baco, le apunté, pero algo muy dentro de mi me decía que no lo hiciera; que al contrario que fuera suya, pero no podía, si no lo mataba todo el mundo que yo conocía desaparecería, agaché la mirada para acertar mejor a mi blanco; de un momento a otro él había desaparecido; lo buscaba y no lo hallaba, de repente escuche sobre mi hombro:

- Aeluz, ¿Por qué luchas contra mi?, Cuando lo que mas quieres es estar conmigo

¡No!, grite desesperada, pero al girar mi cabeza, el estaba frente a mi. Yo tenía las flechas justo en su corazón, me quitó la máscara, me miró a los ojos, tomó las flechas y las botó al suelo, me tomó de los hombros y me besó, fue el beso más bello, pero reaccioné y retrocedí, justo antes que cayera la última amazona.

Corrí hacia ella, la levanté y lloré desconsoladamente, él juro que las reviviría, pero tenia que estar con él; acepte sin bacilar, las condujeron a una recamara en la caverna, que no había visto antes.

Se acercaron a nosotros 15 hombres que asesinaron a mis amazonas, Baco rozo con una daga la mano derecha de cada uno de ellos pero no me dejó ver. Yo debía cumplir con mi parte del trato, una mujer muy bella me acompañó a otra recamara, era como estar en la habitación de un palacio, estaba bellamente decorada. La mujer me desvestía, me bañó y me dio ropa nueva, me veía y me sentía muy extraña, parecía una fantasma, toda de blanco, no parecía ser yo en ese momento, cuando salí, creí que moriría, todas, absolutamente todas mis amazonas estaban cambiadas, sus ojos expresaban oscuridad, sus rostros blancos como la luna, y sus vestimentas, más que amazonas parecían bacantes.

Baco me tomó de la mano, me besó en la mano y luego en los labios, me condujo a otra habitación, tal parecía que estuviera en otro mundo, todo lo allí contenido emanaba pasión, lujuria, de un momento a otro desee poseerlo y que él me poseyera, me dio una indicación para que me sentara en un diván, así lo hice, se fijó en la puerta, y entró un hombre con una bandeja de plata y en esta una copa, la dejó en la mesa y luego se fue. Él se acerco a mi, hablándome al oído, dijo que ya me conocía, que era mi destino estar con él, no dije nada, de un momento a otro estaba totalmente espantada, no sabia lo que decía ni lo que hacia, solo quería estar con él, pero mi deber me decía que debía matarlo. Como si leyera mi pensamiento:

- Matarme, jaaa, nadie puede matar la pasión, la lujuria, la excitación, nadie puede matar lo profano.

Se abalanzó sobre mí, tomó mi cara con las dos manos y me besó, una de sus manos se deslizó por mi espalda, me empujó a él, me entrelazó y siguió besándome, sentía que todo dentro de mí se desvanecía, Baco me tomó en sus brazos me alzó y me dejó en la cama. Tomó la copa, con una daga lastimó su mano, la sangre brotó como un caudal sediento de destrucción. Me tomó delicadamente en sus brazos y me dio a beber, tomé todo sin despreciar una sola gota, tanta era mi sed que me abalance sobre él, quería tomarlo todo, solo para mi, entre el forcejeo, me excite demasiado igual que él, hicimos el amor como nunca lo había hecho, me vestí y salí con él, tomándolo de la mano, cuando me vi totalmente transformada, y vi a mis amazonas, que habían muerto por mi y habían sido transformadas, la ira surgió de mi interior, las flechas estaban justo encima de la mesa donde había apoyado mis manos, tomé una de las flechas la coloqué en mi espalda, me acerqué a mi príncipe, lo besé y luego le enterré la flecha en su corazón, él me soltó, corrí por mi vida, los hombres y las mujeres me perseguían para matarme, pero yo ahora convertida en vampiro igual que las bacanales y todos los hombres que en ese lugar se encontraban; todos me buscaban pero no me podían encontrar, además de vampiro era amazona, la mejor de todas, me escondí en el techo de la cueva, lo vi dentro de un lago de sangre, lo vi muriendo, y lloré amargamente, él me vio llorar, arrancó la flecha y me la lanzó, la esquivé con dificultad, en un abrir y cerrar de ojos estaba frente a mi, no vi su herida, no existía, besé su pecho, el me tomó del mentón y me besó suavemente me dijo al oído

- si te vuelvo a ver… te haré mía completamente, te olvidarás de todo lo que conociste, me amarás como yo lo hago ahora, vete o te mataran por lo que has hecho.

Salí de allí, huí de él, ahora ya han pasado más de 2400 años y aun sigo esperando nuestro encuentro.

sábado, agosto 20, 2005

Manchas


Las manchas empezaron a aparecer hacia la primera mitad del segundo trimestre. Al principio, no le dio ninguna importancia. Él era de los mejores alumnos de la facultad de química y no podía permitirse el lujo de que le saliera ninguna mancha que pudiera estar relacionada con su forma de hacer las cosas o con su forma de trabajar. Josué, el mejor en la temática del análisis químico estructural. También es cierto que dedicaba muchas horas en ese empeño. Jamás había dejado que nadie le usurpara el poder de ser el mejor de todos los químicos que habían matriculados en la facultad. De hecho, la aparición de las manchas había coincidido con un aumento, con una carga mayor de su jornada de trabajo. Si hasta ahora había venido trabajando de ocho de la mañana a ocho de la tarde con una hora para comer y otra para preguntar dudas a su encargado adjunto, ahora trabajaba mucho más. Había veces que llegaba a su casa a las dos o las tres de la madrugada, dispuesto a dormir unas horas y vuelta al trabajo. No es que fuera adicto a trabajar, o al menos eso creía, era que necesitaba controlar su teoría antes de que el otro becado, Andrés Sastre, se la arrebatara. No sabía por qué, ni si quiera cómo, pero ese chico era casi tan bueno como él. No quería pensar, ni por un momento, que pudiera ser mejor. Se negaba. Se negaba eso a sí mismo porque era él, y nadie más, el que tenía el dominio completo de la situación. Pero aquellas manchas…aquellas manchas lo estaban sumiendo en la desesperación más absoluta. No entendía cómo salían, pero estaba demostrado que habían aumentado con la carga de trabajo. Incluso había llegado a preguntar a un amigo de su padre, un experto y afamado dermatólogo, si existían trastornos dérmicos relacionados con los nervios o el estrés.

Su respuesta había sido confusa: era posible, pero tendría que ver la manifestación de ese trastorno. Y él no tenía tiempo de ir a un dermatólogo. ¿Y si Andrés llegaba a una conclusión decente mientras él estaba mirándose las manos y unas manchas que a lo mejor anda tenían que ver con su trabajo de químico? No podía permitirlo.

Continuó con esa carga de trabajo aplastante hasta que, manipulando unas probetas, su adjunto le observó las manos.

- Josué, hijo, ¿Qué te pasa en las manos? –le preguntó.

-Mmmm, nada, parece ser que tengo unas manchitas.

-Pero, ¿las ha visto un médico?

-Bueno, no exactamente, tengo cita para dentro de unos días –mintió.

Y su adjunto había vuelto al trabajo. La vida sigue…y no se va a parar por unas manchas. Pero sí se para por un desmayo. Y eso fue, precisamente lo que le ocurrió a Josué. Tendría que haberlo previsto, pero no era contemplado por su agenda, caerse como se cayó en medio del laboratorio. También era lógico: ese día eran las cinco de la mañana, pero estaba seguro de que casi lo tenía en la palma de la mano. La explicación al problema del que dependía su beca. La proporción isotópica de un tipo determinado de azufre. Ya casi estaba. Pero no tenía paciencia suficiente como para dejar que el cultivo reposara él solo hasta el día siguiente. No podía. Y así había estado. Hasta que su corazón se quebró. Y calló desplomado. Caterina, la empleada que limpiaba el edificio de laboratorios de la universidad, lo encontró desplomado encima de las mesas del laboratorio. La pobre mujer, pequeña, con el pelo tintado de manera presurosa con el poco tiempo del que disponía, que manifestaba que no cobraba lo suficiente como para permitirse ir a la peluquería, sólo podía llorar y decir pobre chico, pobre chico mientras la ambulancia, la policía y cristo que lo fundó determinaban si el cadáver se podía levantar.


Habían pasado siete días desde que Josué falleciera en un intento desesperado de calcular las proporciones isotópicas del azufre. Era una tesis compartida, pero bien sabía Andrés que era imposible trabajar con ese muchacho. A veces llegaba a las siete de la mañana dispuesto a un duro día de trabajo y se encontraba a Cándido allí. Se había dado cuenta, por supuesto, quién no, del aspecto demacrado que presentaba, de cómo su piel era cada vez más blanquecina y de esas manchas. Esas manchas que parecían gritarle desde el fondo de su alma que eran por su culpa. No estaba seguro, pero así era. Sin embargo, antes de morir, Josué había sido generoso con él. El cultivo en el que había trabajado durante la noche había quedado listo y, entre el alboroto de la policía médicos, chachas enfermas y demás personal histérico, había podido llevarlo hasta su lugar de trabajo y, una vez pasada la tormenta, estudiarlo. El muy capullo lo había conseguido. Tenía la respuesta.

Trabajó durante el resto de la semana día y noche concluyendo la tesis que presentó a su adjunto con ojeras y bastante demacrado. Había olvidado lo que era afeitarse y lo que suponía ducharse. Sin embargo, el adjunto quedó encantado, lo felicitó y le observó que el trabajo concluía con una interrogante aún mayor que, de ser resulta, supondría un éxito en química. Así que, aunque él sería el responsable de la investigación y puesto que, tristemente, una plaza quedaba libre, podía ser ocupada por otro alumno que ayudaría a Andrés a continuar el trabajo.

No tardaron en presentarle al nuevo becado. Era menudo, quizá había sufrido bastante a causa de esa pequeñez, porque, a los ojos de Andrés, se veía altivo. Encima, venía de una universidad de mucho prestigio a nivel nacional y era todo un erudito que ayudaría a Andrés muchísimo. Vamos, que no solo era un friega platos, como llamaban allí a los que se dedicaban solamente a mirar lo que hacían los demás. Venía pisando fuerte. Pero Andrés no se lo iba permitir. Le estrechó la mano firmemente, para demostrar fortaleza. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que alrededor de su mano estaban saliendo unas pequeñas pecas de color marrón.

lunes, agosto 15, 2005

Recuerdos


Los caballos se alejaron a galope tendido llevando en sus lomos a mis compañeros, pero yo, que me había alejado del grupo, me vi sola y desamparada en aquel cruce de caminos de ese bosque que muy pocos se habían aventurado a entrar. Estaba a pocos kilómetros de la aldea, en las faldas del monte, y subimos mis compañeros de cacerías y yo alrededor de las siete de la noche. Ya empezaba a perder fuerza la luz del sol cuando llegamos al cruce y dejamos a los caballos descansando junto a la pequeña capilla que marcaba las desviaciones de todos los caminos.

Habíamos oído hablar de tantas cosas siniestras y absurdas, que las antiguas leyendas de antaño se acabaron convirtiendo en esas mismas bobadas que hablábamos en cada reunión. Nadie iba armado excepto Luis, puesto que suponíamos que no iba a ser necesario usarlas. Teníamos que esperar hasta las doce de la noche y dar un pequeño rodeo para comprobar que nadie rondaba por el bosque.

Sólo recuerdo que la temperatura había descendido enormemente y que las nubes se habían dispersado, dejando caer un frío que congelaba los huesos. Una fina niebla adornaba los campos, junto a las chozas, y no tardaría en llegar hasta nosotros. Se escuchaban algunas aves nocturnas como lechuzas y algún animalejo que silbaba a ras del suelo. El humus parecía tener vida propia, y cuando mirábamos el suelo, veíamos ramas caídas que albergaban vida por todas partes. Me sentía a gusto en aquel bosque: no había nada que temer de él. Ni lo de los niños perdidos, ni aquello sobre las luces fantasma, tampoco lo que se decía sobre la gente que perdía sus energías hasta morir sin encontrarse causa alguna. Aquel era un lugar donde la naturaleza seguía su curso y nada parecía perturbarla excepto nosotros.

Después de observar el paisaje nocturno, dejamos a nuestros caballos amarrados de nuevo en la capilla y nos abrigamos con unas mantas junto a ellos. Estuvimos durmiendo durante horas, y de hecho los demás lo hacían mientras yo me levantaba para adentrarme en la espesura. Me dolía el vientre y no tardaría mucho en perder algo más que la dignidad si no me daba prisa. Pero en plena faena escuché un relincho seguido de un alboroto. Algo parecía ocurrir mientras yo estaba en aquella situación tan comprometida.

Todo ocurrió muy deprisa: mis compañeros gritaban espantados que venían las luces y parecían no poder controlar a los caballos. Sus gritos eran de puro horror, y por momentos pensé que me intentaban gastar una broma. Pero cambié de opinión cuando los caballos echaron a correr y alguien que me pareció ser Raúl se encomendó a la Virgen María antes de dar un último y lamentable grito. Doy fe de ello que se me cortaron inmediatamente las ganas de asearme y sólo pensé en huir de aquellos dominios. Desde donde estaba me pareció que un ligero resplandor amarillento se filtraba por entre los arbustos y que un murmullo, frío como el hielo, atravesaba el cruce de caminos. En esos momentos llegué a sentir un potente escalofrío que me bloqueó los músculos pero que no me inmovilizó, y me acerqué a los arbustos en aquella fría noche del mes de julio.

Y jamás me perdonaré lo que hice en aquel momento, jamás en mi vida. Porque a cinco metros de mi, en el mismo cruce de caminos, una larga procesión de diminutas velas se abría paso entre la joven niebla que alfombraba el suelo y abrigaba el cuerpo sin vida del caballo de Raúl, que estaba blanco y tieso como una lápida. Los viejos árboles, sabios en la labor de contemplar aquella caminata desde quién sabe cuántos siglos atrás, se abrazaban desde las alturas temerosos también ante aquella procesión oscura. En cuanto los vi me tiré al suelo y cogí con mis manos toda la tierra que eran capaz de contener agachándome todo lo posible y rezando un Padre Nuestro y un Ave María a la vez, entremezclando los versos, pero me daba igual. Los había visto y eso era suficiente como para que se lo llevaran a uno, como seguramente habrían hecho ya con Raúl. Ahora estaba condenada seguramente para toda la eternidad, hasta que la cera de las velas penetrase en sus huesos y devorasen su alma. Por lo que había podido ver en ese breve instante, había decenas de ellos, de dos en dos y en una fila muy larga, vestidos con varias túnicas negras, puestas una encima de otra y sus cabezas tapadas con una capucha que sólo mostraba una pequeña parte de su rostro. Sus cabezas estaban agachadas entre los hombros como soportando un enorme peso, y sus caras eran frías y blancas como huesos: tampoco tenían ojos.

Sólo unos dientes que asomaban como una sonrisa maléfica y apesadumbrada a la vez. En la mano izquierda llevaban unas velas muy largas y de gran grosor que dejaban una pestilencia en el ambiente difícil de soportar. Uno de ellos parecía llevar izada una cruz muy pesada en su mano; más pesada de lo que cualquier mortal podría soportar. Pero más difícil de soportar era la presencia de aquella procesión de muertos. El paso que llevaban era muy lento y la niebla ya había comenzado a elevarse y a tomar más consistencia, de modo que las luces parecían llamas que consumían el aire. Yo temblaba de pies a cabeza y deseaba no haber tenido ese dolor de barriga para haber podido cabalgar con mis amigos, aunque comprendía que también podría haber tenido la misma suerte que Raúl.

Tardaron mucho en irse camino abajo, pero yo no me moví en horas, ni siquiera para aliviar el dolor de espaldas que empezaba a agobiarme. Y sí, vi al final cómo se alejaban los moradores nocturnos poco a poco camino abajo, y eran como una hilera de luciérnagas, hasta que la niebla fue más fuerte que sus grandes velas. Cuando amaneció salí de mi escondite y vi dos cadáveres: uno el del caballo y otro el de un anciano que era todo huesos y piel. ¿Quién puede ser capaz de determinar el tiempo que llevaba con aquellos seres? Bajé a la aldea y avisé de lo que vi. Todos tenían túnicas negras…desde ese día no recuerdo nada.

jueves, agosto 04, 2005

Cuando no aparecen invoco…


Se encuentran en el territorio de lo imperceptible, son amantes perfectos en la inmunidad de la noche. Nadie conoce certeramente el lugar en el que descansan su inmediatez necesaria para con el mundo. Albur cuando la luz del día es tan pertinente que se hacen visibles, Íncubo y Súcubo se deshacen en otredad de la malicie para disfrutar plácidamente de los frutos adquiridos, robados, ultrajados y seducidos. Escogen a sus víctimas con la delicadeza que la muerte utiliza para rondarlos, suele disfrutar el acto de lejos, su respiración se agita en silencio y más de una vez ha estirado sus destructivos dedos, queriendo formar parte de la escena mientras el ser es poseído. La triste verdad: nadie es capaz de satisfacer a dichos demonios excepto por su compañero. Fueron creados, bajo la trampa mortal de no pertenecer ni al bien ni al mal, sino ser esclavos del placer y la lujuria. Cazadores incesantes de sus víctimas, pero el placer real se encuentra cuando como únicos y gemelos se revuelcan dentro del otro, destrozando, muriendo, en el estado de placer agónico más intenso que pueda existir jamás.

Esta noche he hallado a Íncubo cómodo a la espera. No puedo predecir que siempre sea igual, pero hace muchos siglos atrás llegué a un pacto un poco pérfido pero certero - algunos demonios gozamos el privilegio de hacer estas cosas -. Mi condición andrógina pacta también con Súcubo, aunque he de reconocer que en esta vida, la semilla de la feminidad ha dejado marcas evidentes en mi. Yo les doy mi energía de vida, a cambio de un poco de epicureismo real. El acto dura apenas unos segundo, conmigo ya no tienen que rearmar su trampa una y otra vez, de acceder al deseo a través del sueño, para cuando empiezan a sudar del placer, el demonio se haga materia y cada una de sus caricias y penetraciones - o contracciones vaginales en el caso de Súcubo -, representan el hilillo aniquilante del sucumbir energía. Conozco sus exigencias, más no sus enigmas, aun así soy prisionera de ellos. Íncubo es un buen estratega, me llega despacio y adjudica la muerte que necesariamente mi pudor requiere, dándole a mi clítoris el instante sublime de orgasmo más intrínseco al que puedo llegar, por el contrario de Súcubo que me exige la transformación pertinente de femenino a masculino, para obtener de mi semen el magna imperioso que exhorta. Y si me duermo antes de su visita se convierten en mi peor pesadilla, porque olvidan el trato y lo hacen de su vulgar, despiadada manera. Torturan, utilizando la crueldad, erotismo en medio de las venas, volcando mi capacidad de percepción en mi enemigo natural, transmutándome en una más de sus mal nacidas víctimas estridentes.

Oscuridad he estado alerta, sería impúdico negarme la placidez de disfrutarlo, y verlos despacio ante la abnegación que le representa cumplir con aquello que se deslindó bruscamente.

Cuando no aparecen invoco…

Mi sexo hambriento te reclama
como ha reclamado decenas de veces tactos perfectos
lenguas enredadas
pero esta noche sólo tengo mis manos,
unos dedos que sin pudor se deslizan encontrando vertiginosamente
la humedad que te piensa
el juego suave y conciso, después de tanto tiempo sin tenerte
he aprendido cómo satisfacerme con tan solo un recuerdo
No eres un rostro o un sentimiento
todo lo he desechado
ahora eres simplemente el calor que emanabas al tenerme
y yo me estremezco al pensarte
demonio que toma y reclama mi sexo .

sábado, julio 09, 2005

Antes de irme...


Lo de siempre: parientes, amigos y no tan amigos, todos en un apretado salón. Como uniforme, ropa negra que dificulta distinguir a unos de otros. Hace calor.

Está por entrar el cuerpo, extrema tensión. Al acceder, gritos, llantos y desmayos acompañan la escena. Lágrimas, mocos y sudor humedecen el ambiente. Es insoportable. Sentada en este sofá, apretando un pañuelo ensopado y pródigo de arrugas, me cuesta disimular la desesperación. Quiero que se marchen, pues empiezo a desear que en vez de agua salada, suden sangre.

Lentamente los gemidos se van apagando y así las figuras oscuras. Quedan los más íntimos. Ellos, esforzándose por comprender el mutismo que resisto, me invitan serenos a tomar del café que se brinda en el piso de abajo. Niego con la cabeza y, no sin antes recibir su ademán reprobatorio, se marchan al fin, dejándome sola, ignorantes de cumplir mis deseos.

Así lo imaginaba: transparente, azuloso. Descubro en su rostro una mueca, me paralizo. Sus ojos se desnudan lanzando un relámpago sangriento, me incendio. En un instante, está junto a mí arrebatándome la respiración a cambio de jadeos.

jueves, julio 07, 2005

Buen Provecho



Cuatro paredes salitrosas encierran la humedad y un cuerpo flaco que amortiguan los resortes de un colchón agujereado y apestoso a orín. Hay moscas que lo deleitan con un concierto de zumbidos.

Bebe el último trago de cerveza abandonada en un rincón desde hace una semana. Saborea residuos mohosos que hay en el fondo de una lata con carne para perros. Canta una canción de cuna y arrulla entre brazos a un cachorro tieso, con el hocico abierto, ya sin lengua. El hombre enciende una vieja parrilla eléctrica de donde salen cucarachas, empuña un cuchillo y una sonrisa curva sus labios al aproximarse hacia la cama, donde reposa el cuerpo putrefacto de su esposa.

lunes, julio 04, 2005

ALUCINACIONES (Memorias insanas, fragmentos del diario de un demente)

Esto no hubiese sido posible sin mi hermanito Joad.... manito Gracias una vez más

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Me arrellano en mi sillón junto a la chimenea donde crepita el fuego, con la copa de coñac en la mano derecha y la izquierda caída descuidadamente, acariciando la cabeza de mi perro...hasta que descubro que no tengo perro.

Me levanto de mi sillón mientras intento enfocar la vista hacia la ventana, mas allá del bosque que rodea lo que, supongo, es mi hogar, una extraña sensación entre el frío y el mareo me hacen girar la cabeza en busca de apoyo, pero al recorrer la habitación donde me encuentro no reconozco sus contornos, nada me resulta familiar, ¿qué me ocurre? ¿Por qué oigo estas voces en mi cabeza?...

¿Están allí realmente? ¿O están a mi alrededor ahora mismo? puedo sentir el olor de la hierba verde y húmeda mientras escucho el rumor del arroyo, esto no está bien ¡¡¡las voces!!! ¡¡¡Las voces!!! Clamando por ella, la cabra de un millar de crías llevada por el que susurra en la oscuridad, ¿qué es esto?? ¿Dónde estoy?? Voces… voces a mi alrededor...

Las voces siguen dentro y fuera de mi cabeza con un ritmo monótono desconocido y a la vez familiar, como en los rituales de los antiguos, los primordiales, seres que desafiaron los eones del tiempo y supieron mantenerse en los rincones más oscuros de la humanidad.

Hoy es quizá el día, el día en q la serpiente levanta su vuelo de la tierra, el sol inicia su retroceso y las puertas etéreas están abiertas Sin embargo ¿yo no estaba justo frente al fuego de mi hogar? ¿Qué hago en medio de la hierba???

¿Cuánto tiempo ha pasado? la voces han desaparecido, siento mis miembros entumecidos, ¿Dónde estoy?, ¿acaso ha sido una pesadilla con una gran carga de realismo al punto de hacerme creer q en verdad sucedió?

Deseo abrir mis ojos, si bien es cierto que las voces han desaparecido de mi cabeza, percibo aun un rumor indefinible. Siento el olor de la hierba, justo como en lo que, (espero) haya sido un mal sueño, pero ahora reconozco el olor de madera incinerada y un olor nauseabundo, las sensaciones vuelven poco a poco con ese gradual despertar de los sentidos que suele atormentar a los enfermos…

El sabor, este sabor por momentos indefinible en mi boca, dios mío ¡¡¡sangre!!! ¿Por qué no puedo moverme??? ¡Estoy atado! atado a algo, no puedo reconocerlo, solo lo siento mis ojos se niegan a obedecer!!!

¿Qué me ocurre??? Quiero volver al inicio de lo que puedo recordar, mí sala, mi casa, ¿mi perro?, esto tiene q ser el efecto de una terrible alucinación, ¡Sí, eso es!!! Tan solo una alucinación, pero las alucinaciones no conllevan sensaciones ¿me atreveré a abrir mis ojos? temo enfrentar lo q ya considero tormentosamente real por mis sentidos

¿Un sonido??? No, es tan solo un rumor ya que sube por encima de la espesura y se destaca, sube en la escala para luego descender progresivamente... ¿qué es esto? se unen mas sonidos en similar condición y al mismo tiempo distintos, ¡¡¡dioses!!! el rumor se acerca cada vez mas

Debo abrir mis ojos abrir y enfrentar lo inevitable, mas no me obedecen, el tratar de abrirlos me produce un dolor extraño y al mismo tiempo supone un desgaste totalmente anormal, ahhhhhhhhh puedo abrirlos, enfoco lentamente ¿q son esas sombras? Cada vez se acercan más y emiten esas llamadas

Son llamadas no me cabe la menor duda, no distingo la luz del día no se q pasa, hasta hace solo un momento, o al menos eso creo, me parecía sentir el calor del sol en mi cuerpo

Noooooooo , estoy atado, atado a algo q no logro distinguir, mis ropas están chamuscadas y no guardan relación alguna con lo q recuerdo era mi atuendo, ni siquiera logro reconocer el estilo de esta vestimenta dioses!!! LOBOS, LOBOS montones de lobos llegan de todos lados se acercan vienen decididamente hacia mi, ahora me posee una extraña tranquilidad, podría decirse q hasta un sentimiento de familiaridad y me dedico a escrutar sus rostros, sumergirme en los ojos del lobo alfa distingo claramente sus colores, su pelaje…

Algo pasa, los lobos aminoran el paso cada vez más, se detienen, se balancean husmeando el aire, ¿qué es eso que viene por el camino que se ve a la izquierda y, en el cual, no había reparado?.

Ahora veo claramente entre las sombras, la luna acaba de salir y lanza sus pálidos reflejos sobre las bestias, hay un silencio espectral, me pregunto a que esperan para abalanzarse sobre mi e hundir sus dientes en mi carne, ¿q es esto? hay un circulo de piedras rodeándome justo a la distancia donde se encuentran las bestias

Quien quiera que sea quien se acerca no ha producido el menor efecto en los animales, ni una señal de alarma ¡¡¡Nada!!! Un momento lo veo, envuelto en un sayo negro q no deja ver sus rostro ser acerca sale al circulo, ¿qué es esto??? Los animales irrumpen con aullidos cada vez mas agudos y escalofriantes, el lobo alfa lame las manos del extraño ser quien lentamente se gira hacia mi...

Los lobos entran al círculo el cabello erizado, enseñando los dientes, el ser aun no me ha mirado y no logro distinguir sus facciones

El ser me mira, ¡¡¡Dios mío veo!! ¡¡¡Sus ojos!!! dos cuencas vacías y aun tiempo llenas como dos brasas q queman el alma de los mortales, su rostro, carne putrefacta mezclada con la sutil belleza descrita en los textos mas antiguos, se acerca y me señala con dedos tumefactos…

Los sentidos se me nublan voy perdiendo conciencia de todo puedo sentir los lobos sobre mi, intento gritar pero las palabras se ahogan en mi garganta...

"QUE EL NORTE SEA SUR Y EL ESTE SEA OESTE, QUE LA HIERBA SE LLEVE MIS PASOS, QUE LOS RIOS ABSORBAN MI ALMA DEJO A LA SELVA MI ESTELA “

Tengo frío, siento un gran dolor pero no siento mi cuerpo atado, tengo sabor a tierra en la boca, ¿qué ha pasado?, ¿los lobos? ¿Ese endemoniado ser??? Lo último que recuerdo fue una gran sonrisa de burla, satisfacción y maldad impresa en su rostro antes de me desvaneciera…

¿Qué hago aquí??? No, definitivamente no he alucinado aun tengo esas extrañas ropas chamuscadas y en mis manos hay mechones de pelos de lobo, debo reunir fuerzas e incorporarme…

Estoy de pie, a pesar del dolor que siento en mi cuerpo y las marcas de heridas sobre mis brazos espalda y pecho, las cuales atormentan mi ser al mas mínimo movimiento, luego de observar atentamente el lugar en que me encuentro distingo la abertura de una cueva entre los árboles, intente acercarme ya que la visión de la misma me provocaba una sensación de terror y familiaridad indescriptibles y fue allí en el momento justo en que penetraba la boca de la caverna cuando le vi.

Desde mucho tiempo atrás sabía que tarde o temprano habría de toparme nuevamente con él. Por eso, cuando clavó sus ojos en los míos aquella mañana de invierno, experimenté cierto alivio: la espera, al fin, había terminado.

Admito que consideré la posibilidad de darle la espalda y huir. No lo hice porque me di cuenta de que ese encuentro me brindaba lo que tanto ansiaba: terminar de una vez con los tormentos de mi alma y la resolución de los conflictos absurdos del pasado, a pesar de saber que todo terminaría de forma violenta.

Me miró con un desprecio transparente, inmaculado. Comprendí entonces que el odio que yo le inspiraba no había disminuido un ápice. Pero, ¿de qué oscuro abismo procedía?, ¿qué tenebrosas fuerzas lo alimentaban? Muchas veces había intentado recordar algún ultraje, algún escarnio cruel y definitivo. Sin embargo, las ofensas que lograba hallar en mi memoria me parecían demasiado banales para dar pie a un odio como aquél, tan intenso, tan devastador.

Él siempre había sido el perseguidor; y yo, el fugitivo, sin duda. A toda hora lo adivinaba al acecho, buscando la ocasión propicia para saltar sobre mí y despedazarme. Aun al recordar nuestros juegos infantiles era el cazador y yo el perseguido, sin embargo esa mañana, a pesar de mi estado y de los extraños sucesos por los cuales había atravesado hacia tan solo momentos o tal vez días (el tiempo transcurrido no podría asegurarlo) el miedo me abandonó súbitamente y sentí el irrefrenable impulso de suprimirlo, de acabar con él.

Podía sentir la intensidad de su mirada cuando para mi sorpresa me indico que le siguiera, tal y como había ocurrido otras veces no puede sustraerme a su gesto imperioso y procedí a sumergirme con el en las entrañas de la tierra bajo la montaña, continuamos así horas y horas hasta que perdida toda noción del tiempo me encontré mojando mi rostro en el agua fresca…

No sabría decir en donde estaba ni como había llegado allí cuando recordé la caminata con el.

Me encontraba en una amplia galería en cuyo centro resplandecía una abertura por donde circulaba el agua creando una suerte de pozo muy profundo ya que a pesar de ser cristalina el agua no se distinguía el fondo de este, bordeando el pozo llegue hasta una especie de salón contiguo lleno de figuras espectrales…

Allí se confundían las míticas figuras de distintas culturas humanas a través del tiempo, un gigantesco ser de 8 brazos que dormía bajo el mar, la mítica medusa, la mortal Khali, formas míticas semihumanas, todas tan aterradoras y al mismo tiempo tan familiares como si despertaran en mí memoria ecos olvidados de un pasado remoto, el ruido del agua mitigaba el incesante ajetreo de los murciélagos y otros seres de las profundidades…
Entonces el volvió de entre las sombras….


Sin dejar de verme a los ojos, cogió uno de los tantos puñales de ritual que descansaban sobre las rocas, lo alzó lentamente a la altura de mi cuello y esbozó lo que pretendió ser una sonrisa. En ese instante creí advertir un vago anhelo de reconciliación en su mirada, pero no pude confirmarlo con un segundo vistazo porque, para entonces, un vapor extraño inundo la galería nublando mis sentidos y privándome por completo del sentido de orientación

Ya sólo me queda esperar mi lenta, asfixiante y desesperante muerte; ya sólo me queda esperar que termine esta agonía que empezó en el momento en que nací... DESPIERTO!!!...

Fue despertando lentamente mientras intentaba recordar los detalles del sueño que había atormentado su descanso, últimamente este sueño que lo había acompañado desde su niñez se hacia cada vez mas frecuente. Lo peor de todo era regresar del mundo onírico escuchando esa voz como en ecos, desgarradora, desesperada, gritando su nombre, incesantemente, mas aun, este recuerdo, esta reminiscencia del devenir por la absurda pero tajante atmósfera onírica permanecía en su mente como una nota musical repetida sin cesar durante el resto de la jornada.

Abrió los ojos muy despacio intentando disfrutar del breve paso entre lo difuminado y lo nítido, reconoció las vigas toscamente moldeadas y que el mismo había intentado estilizar, reconoció el techo de caña amarga y casi al mismo tiempo reparo en las cuerdas del chinchorro colgando de las alcayatas de la parte de afuera de la casa.

Permaneció tumbado un tiempo mas intentando recordar en que momento de la noche anterior se había quedado dormido en ese sitio, sin embargo no lo logro.

Se incorporó un poco molesto consigo mismo, nunca le agradaba no recordar las cosas que había hecho, lo cual ya le había ocurrido en otras oportunidades como la vez en que despertó en una cueva de la cual nunca logro recordar como fue a parar hasta allí, le tomo unas 3 horas encontrar la salida y otras 4 en reconocer los caminos de regreso a casa…

Aun no había despuntado el día y se sintió bastante relajado, una extraña mezcla de recuerdos se agolpaban ahora en su mente, recordó la vez en que cansado de su rutinaria vida en la ciudad había abandonado todo para subir a la montaña radicándose allí donde su bisabuelo construyera la denominada “madriguera” , esto había sucedido hacia 15 años y ya hacia mas de 3 años que había decidido aislarse de su entorno.

En ese momento percibió el silencio reinante, fue entonces cuando recordó la primera vez que la vio, en su niñez, parada allí al lado de su cama observándolo.


Camino un poco hasta el mirador y se delito con el cambio de tonalidades del amanecer, luego se fue hasta el baño a ducharse, una vez concluidas las labores de higiene se vistió y se miro al espejo, observando cuidadosamente el rostro que devolvía su inquisitiva mirada, casi no lo reconoció se sorprendió de no ver las marcas casi indelebles de los constates desvelos a los que se había sometido por años en los escenarios, en los campos, en las aulas, en las fiestas, sin embargo el color blanquecino de sus cabellos le recordó el paso del tiempo inexorable en su avance.

En ese momento sintió su presencia y supo que llegaría en cualquier momento, pensó que desde el mismo instante en que abrió los ojos esa mañana había sentido su llegada, sus visitas eran cada vez mas frecuentes y en mas de una ocasión se preguntaba si la próxima visita no seria la definitiva…

A través de la ventana un grupo de personas observaba las convulsiones que atormentaban al ser encerrado tras la puerta y que de vez en cuando se incorporaba con ojos exorbitados y garrapateaba frases sueltas en el papel,

Hacia mas de 5 años que se encontraba allí y aun no habían hallado explicación alguna para sus delirios y menos a sus extraños e incontables arranques de violencia hasta que se vieron en la obligación de confinarlo a tiempo completo en ese cuarto acolchonado, donde y por sugerencia del director solo había un par de muebles y un escritorio además de tinta y papel, los cuales habían sido alguna vez propiedad del extraño ser y que por alguna razón, nunca eran dañados por el residente del cuarto ni aun en sus ataques mas violentos

El director lo observaba con ojos brillantes de codicia cuando uno de los enfermeros se acerco y le dijo: - Doctor seria conveniente dejarle descansar, por hoy ya ha tenido bastante

A lo cual este con las pupilas aun mas encendidas en la lujuria de poder contestó: Aun no, esta vez quiero que sea una obra digna de su arte algo tan alucinado, tan sobrenatural que nos indique además el sitio exacto del culto que le trajo aquí y, mejor aun que nos proporcione las ganancias suficientes como para terminar el ala anexa que hemos deseado para la institución por mas de 20 años…

Quedo en silencio la sala por un momento hasta que el residente del cuarto hizo un gran arcada y cayo exhausto al suelo, todos se levantaron y miraron al Director quien mientras veía el hilillo de saliva que salía de la boca del residente y observaba sus ojos abiertos y desenfocados, alzo la voz y dijo DENLE OTRA DOSIS ABRAN LAS VENTILAS DE GAS!!!

martes, junio 28, 2005

Alucinaciones


Me arrellano en mi sillón junto a la
chimenea donde crepita el fuego, con la copa de
coñac en la mano derecha y la izquierda caída
descuidadamente, acariciando la cabeza de mi perro...
hasta que descubro que no tengo perro.

martes, junio 21, 2005

Fragmentos de un diario del infierno


Ni mi grito ni mi fiebre me pertenecen. Esta desintegración de mis fuerzas secundarias, de esos pensamientos disimulados del alma, ¿se puede concebir, acaso, su constancia? Ese algo que está a medio camino, entre el color de mi atmósfera típica y el despertar de mi equidad.
No tengo tanta necesidad de alimento como de una especie de elemental conciencia. Ese nudo de la vida al que la emisión del pensamiento se aferra. Un nudo de asfixia central. Plantearme simplemente una verdad clara; es decir, que permanezca sobre un solo filo.

Ese problema del enflaquecimiento de mi “YO” no se presenta únicamente con su aspecto doloroso. Siento que menos factores intervienen en la desnaturalización de mi vida, y que poseo algo así como una nueva conciencia de mi íntima perdición. Veo en el hecho de lanzar los dados y de lanzarme en la afirmación de una verdad presentida, así fuese aleatoria, toda la razón de mi vida.

Durante horas, permanezco bajo el efecto de una idea, de un sonido. Mi emoción no se desarrolla en el tiempo, no transcurre en el tiempo. Los reflejos de mi alma están en perfecto acuerdo con la idealidad absoluta de mi espíritu.

De este dolor hincado en mí como una astilla, en el centro de mi más pura realidad, en ese lugar de la sensibilidad donde los mundos del cuerpo y del espíritu se unen, he aprendido a distraerme gracias a una falsa sugestión.

En el espacio de este minuto que dura la iluminación de una mentira, me construyo un pensamiento para evadir una realidad incierta, me precipito sobre una pista falsa que mi sangre. Cierro los ojos de mi inteligencia y, dejando que hable en mí lo irrealista, me brindo la ilusión de un sistema cuyos términos me sería imposible asir. Pero de este minuto de error me queda el sentimiento de haber hurtado algo real a lo desconocido. Creo en las conjuraciones espontáneas, en las rutas hacia las que mi sangre me arrastra.

La parálisis se apodera de mí. Ya no tengo un punto en que apoyarme, una base.... Mi pensamiento ya no puede ir adonde mis emociones y las imágenes que surgen en mí lo empujan. Mi suplicio es tan sutil, tan refinado como áspero. Son necesarios esfuerzos insensatos de mi imaginación, multiplicados por el abrazo de esta asfixia sofocante para llegar a "pensar" en una armonía inexistente.

Estoy estigmatizada por una muerte urgente.... en la que la muerte, verdadera, no infunde en mí el terror. Siento que la desesperación de esas formas aterradoras que se adelantan está viva. Se desliza en ese nudo de la vida a partir del cual las rutas de la eternidad se abren. Es realmente la separación para siempre. Deslizan su cuchillo. Cortan las ataduras vitales que me unen al sueño de mi lúcida realidad. Es esa antinomia entre mi facilidad profunda y mi dificultad exterior que crea el tormento que me hace morir.

Él me habla de narcisismo, yo le contesto que se trata de mi vida. Tengo el culto no de mí, sino de la carne, en el sentido sensible de la palabra carne. Ninguna cosa me toca sino en la medida en que afecta a mi carne, que coincide con ella, y sólo en ese punto exacto en que la conmueve, no más allá. Nada me toca, nada me interesa sino aquello que se dirige "directamente" a mi carne. Y en ese momento me habla del Sí mismo. Le contesto que el Yo y el Sí mismo son dos términos distintos y que no deben ser confundidos, y que son exactamente los dos términos que penden del equilibrio de la carne.

Siento bajo mi pensamiento como la tierra se hunde, y me veo conducida a encarar los términos que empleo sin el apoyo de su sentido íntimo, de su substrato personal. E incluso mejor que eso, el punto en donde ese substrato personal parece unirse con mi vida, se vuelve de repente extrañamente sensible y virtual. Concibo la idea de un espacio imprevisto y fijado, allí donde en tiempo normal todo es movimiento, comunicación, interferencia y trayecto.

Pero esta desintegración que ataca mi personalidad en sus bases, en sus comunicaciones más urgentes con la inteligencia y con el instinto del espíritu, me ocurre en el terreno de un abstracto insensible en el que participarían solamente las partes elevadas de la inteligencia.
Un gran frío, una atroz abstinencia, los limbos de una pesadilla de huesos y de músculos, con el sentimiento de las funciones estomacales que suenan como una bandera en las fosforescencias de la tormenta. Imágenes larvarias que se empujan como con el dedo y no están en relación con ninguna materia.

Me hablan de palabras, pero no se trata de palabras, se trata de la duración del espíritu. No hay que imaginarse que el alma no esté implicada en esta corteza de palabras que caen. Junto al espíritu está la vida, está el ser humano en el círculo del cual éste da vueltas, unido a él por una multitud de hilos...

No, todos los desgarramientos corporales, todas las disminuciones de la actividad física y esta molestia de sentirse dependiente en su cuerpo, y este mismo cuerpo cargado de mármol y acostado en una mala madera, no igualan la pena que hay en el hecho de estar privado de la ciencia física y del sentido de su equilibrio interior. Que el alma falte a la lengua o la lengua al espíritu, y que esta ruptura trace en las llamas de los sentidos una especie de vasto surco de desesperación y de sangre, ésta es la gran pena que mina no la corteza o las vigas de maderas sino la TELA de los cuerpos.

Se pierde esta chispa errante de la cual sentimos que era un abismo que se apodera de toda la extensión del mundo posible, y el sentimiento de una inutilidad tal que es como el nudo de la muerte. Esa inutilidad es como el color moral de este abismo y esta intensa estupefacción, y su color físico es el gusto de una sangre que brota en cascadas a través de las aberturas del cerebro.

Por más que me digan que ese peligroso lugar está en mí, yo participo de la vida, yo represento la fatalidad que me elige y no es posible que toda la vida del mundo, en un momento dado, me cuente junto con ella ya que, por su naturaleza misma, amenaza el principio de la vida. Existe algo que está por encima de toda actividad humana: es el ejemplo de esa monótona crucifixión en la que el alma no acaba de perderse.

La cuerda que dejo salir de la inteligencia que me ocupa y del inconsciente que me alimenta manifiesta, en medio de su tejido de formas que se ramifican, hilos cada vez más sutiles. Y es una nueva vida que renace, cada vez más profunda, elocuente, enraizada.

Jamás podrá esta alma que se ahorca dar alguna precisión, ya que el tormento que la mata y la descarna, fibra tras fibra, ocurre por debajo del pensamiento, por debajo de adonde puede llegar la lengua, puesto que es la ligadura misma de lo que hace y que la mantiene espiritualmente aglomerada, que se rompe a medida que la vida la llama a la constancia de la claridad. Nunca hay claridad en esa pasión, en esa especie de martirio cíclico y fundamental. Y sin embargo vive, pero con una duración con eclipses en la que lo huidizo se mezcla perpetuamente a lo inmóvil, y lo confuso a esa lengua puntiaguda de una claridad sin duración. Esa maldición posee una alta enseñanza para las profundidades que ella ocupa, pero el mundo no ha de oír la lección.

La emoción que conlleva la eclosión de una forma, la adaptación de mis humores a la virtualidad de un discurso sin duración es para mí un estado mucho más precioso que la satisfacción de mi actividad. Es la piedra de toque de ciertas mentiras espirituales.

Esa especie de paso atrás que da el espíritu más acá de la conciencia que lo fija, para ir en busca de la emoción de la vida. Esa emoción que reside fuera del punto particular en que la mente la busca, y que emerge con su densidad rica de formas, recién moldeada; esa emoción que le da al espíritu el sonido conmovedor de la materia; toda el alma se desliza en su molde y pasa en su fuego ardiente. Pero aún más que el fuego, lo que transporta el alma es la facilidad, lo natural y la glacial candidez, esa materia demasiado fresca cuyo soplo ambiguo es ora caliente ora frío.

Ése sabe lo que la aparición de esa materia significa y de que subterránea masacre su eclosión es el precio. Esa materia es el patrón de una nada que se ignora.

La vida va a hacerse, los acontecimientos van a desarrollarse, los conflictos espirituales van a resolverse, y yo no participaré en nada de eso. Nada tengo para esperar, ni del lado físico ni del lado moral. Para mí es el dolor perpetuo y la sombra, la noche del alma, y ni siquiera tengo una voz para gritar.

Yo he elegido el terreno del dolor y de la sombra como otros eligen el del resplandor y el de la acumulación de la materia. Yo no trabajo en la extensión de ningún terreno. Sólo trabajo en la duración, mientras escrito en mi diario...desde el infierno.

jueves, junio 02, 2005

El arte de Medusa


Todos los que me conocen saben que amo la mitología... y hoy tiradota en mi cama me puse a pensar en una excursión por ashá por Grecia.... y me imaginé que en las ruinas de un templo griego (burda de sexy BTW)... me imaginé una ...¿excursión?; no no,,,, esa no es la palabra... una... ay nojoda una visita a un templo al aire libre donde el guía decía:

Estas piezas, damas y caballeros, pertenecen a una época oscura de la cultura griega. Su autor, autora mejor dicho, respondía al nombre de Medusa. De ella se dicen muchas cosas, la mayoría falsas. Sin embargo, lo cierto es que puede ser considerada la madre de la escultura realista, como lo demuestra este grupo de cuerpos humanos. También se dice que fue muerta por un maniático llamado Perseo, quien celoso del buen arte de la señora le cortó la cabeza.

hahahahahahahahahahahahah

viernes, mayo 27, 2005

Manuscrito Hallado en las Banquetas de un Vagón Abandonado en una Estación Cualquiera


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Joad Manitu este baby (la historia) no hubiese nacido de no ser por tí, muchas gracias.
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La caída del crepúsculo y el repentino avance de la oscuridad siempre ha despertado inquietantes sensaciones en el cuerpo y la mente humana desde los albores de ésta, el efecto de la luna, los truenos y la lluvia puede desatar y despertar sentidos que creíamos totalmente olvidados y que posteriormente nos negamos a aceptar y juramos que las cosas vistas y oídas no son más que sueños de una mente afiebrada y que las conversaciones sostenidas no son más que el efecto de una distorsionada imaginación, pocos entes pueden conocer la cruda realidad, aun así este mi (nuestro) recuerdo de un espacio en el que el tiempo se detuvo!!!

[EL]
Cuando la lujuria del pensamiento se transforma en el deseo de piel, la energía liberada en el acto te puede llevar del cielo al infierno en segundos, la no correspondencia puede desencadenar la más profunda irracionalidad y hacer que caiga el velo de la locura sobre la mente más estable.

Podrás caminar tranquilamente, siente, no pienses, ten cuidado con lo que oigas, estas atravesando pasillos oscuros, tenebrosos. Desciende al espiral lúgubre de tu propio ser; la primera vez no es conveniente abrir los ojos, puede no agradarte lo que encuentres, todos tenemos dentro rincones ocultos como cuartos de confinamiento, donde la locura yace esperando el más leve descuido para azotar nuestra realidad y hacer estallar nuestra mente en una vorágine de sentimientos sin control, capaz de destruir nuestro sentido de individualidad rompiendo los limites de tiempo y espacio, bienvenida…

[Ella]
Siendo consciente de esto la lujuria de mi pensamiento es observarte y desear tenerte. Es mirarte dormir y desear despertarte. Es entregarme a ti y a tu sensualidad sin verte, sin conocerte, sin saber tu nombre, tus sueños, sin saber en donde vives ni de donde vienes.... es solo el deseo intenso de querer conocerte.

[EL]
No siempre es bueno conocer la oscuridad; a veces penetrar en las entrañas de las sombras es volverse sombrío, ¿cómo puedes conocer la profundidad de la sombra que devora hasta las mas potente luz? ¿como puedes desear lo intangible, cuando no puedes ver tan siquiera tus manos frente a tu propio rostro?. Solo puedes sentir mi helado aliento, cuando tu pensamiento divaga en la nocturna quietud de los rincones de tu alma. Yo, soy el ángel de la muerte, aquel que camina a tu lado, aunque no estés consciente de ello.

[ELLA]
....Un destino incierto, ignorado e imprevisible, como el sabor que va a dejarte el primer cigarrillo después de un buen café... Un olor a aquello que todavía desconocemos y anhelamos observar. Desde unas ventanas desprovistas de cortinas escondemos nuestra alma y entornamos los ojos como si eso nos hiciera desaparecer. Los dientes apretados y la mano cerrada en un puño, tan fuerte, tan inconscientemente apretado que las uñas demasiado largas empiezan a clavarse en esa carne débil que no has enseñado a madurar. Aprendes la sensación que te produce lo que ahora reconoces como dolor, la angustia de saber, consciente, que tu piel se abre a voluntad, tú voluntad.

Una mueca en unos labios suficientemente gruesos como para pasar a ser mordidos. Y el sabor a muerte se expande por tus papilas gustativas, explorando una boca que ha permanecido durante una eternidad cerrada. Ni el sonido de tu propia angustia sabrías, ahora, reconocer en un momento donde el sadismo se une con la sensualidad para llevar al máximo la libertad que otorga el placer de la carne.

[EL]
Despertarme el apetito de devorar almas no es la idea de algo que pueda ser vivo en el sentido en que hoy entendemos la vida, mi energía es mas antigua que el tiempo mismo, venir hasta acá es un riesgo, conocerme es saber que soy tu odio tu dolor la ambigua contradicción entre la sensualidad y el sadismo,
hueles la sangre??? en todos lados la tierra la bebe, solo a veces gotea hasta acá, si yo lo deseara puedo hacer que la huelas, que la sientas y que anheles su exquisita viscosidad, puedo hacerte mí aliada, desviar tu cordura hasta limites mas allá del espacio tiempo que conoces.

¿Sensualidad?? cada vez que te entregas a otro ser le coqueteas a la muerte, las primeras sensaciones no se olvidan, surgen, estallan, brotan, fluyen a través de ti sin saber de donde. No importa lo bien que construyas los muros, no importan las reglas, una vez que desciendes por el espiral de la oscuridad, una vez que caminas en la selva más densa sin otra luz que el sonido de tu corazón vibrando con tu alma y la negrura, cuando solapes la locura y la cordura, entonces solo entonces podrás vivir y morir a un tiempo, cada minuto de tu vida cada segundo, es entonces cuando quizás puedas caminar por mis senderos con los ojos abiertos, no importando los fantasmas que te acechen, en un lugar donde la muerte habla y los gritos no poseen ecos ni siquiera en tu alma.

Quizás puedas asomarte a las celdas y mirar lo que tu misma encierras, y aun así no podrás evitar un estremecimiento, sentir el deseo de liberarlas para descubrir una vez hecho, que has vuelto a cometer el mismo error de eones atrás.....ecos de miles de voces en tu cabeza....¿cómo vivirás??....miles de puertas se abren ¿a cuál ir ???

[ELLA]
Mi mente, escribe sola, . Sin ningún consentimiento alborotas los fantasmas que cohabitan con mis neuronas haciéndolos danzar a placer. Me haces garabatear palabras que terminan por olvidarse en el papel transparente manchado por ideas que caen en el abismal espacio ínter temporal. Mi musa es polivalente. Creo que disfruta jugando conmigo, creándome expectativas imaginarias para luego hacerme retroceder en el tiempo. Tus (mis) creaciones la llenan de vida, le ofrecen escenarios que no tarda en descubrir, analizar y arrinconar en mi memoria. Posee un hambre feroz que agota mis sentidos, insaciable, aplacando los detalles, omitiendo las minucias del hecho más concreto y descriptible. El encierro de lo desconocido, el deseo por liberar mi pensamiento me impulsa a caer en profundo foso...que tu has creado

[EL]
¿Mi creación? aun vacilas al caminar!!!, ¿no te has dado cuenta que quien soy en realidad? ¿donde existo? ¿no te has preguntado quién oprime a las musas?, ¿quién ahuyenta la alegría? ¿quién te hace escuchar esos susurros en la oscuridad? ¿quién se alimenta de tus miedos ? ¿quién te hace retroceder?

Bienvenida a mí territorio, a mí juego, estas en mi terreno. Lo peor es que no reconozcas este terreno, aun a sabiendas de que es desconocido y a la vez forjado por tu propia musa, al corromperse por el amor hacia la oscura malignidad que brilla en las noches de luna llena sobre el mar y en las noches sin luna de las simas de tu alma, donde habitan esos seres extraordinarios que atormentaban tus sueños infantiles, cuando papá y mamá no estaban.

¿Quién crees que te hacia ver esas cosas? ¿tiemblas? el sudor frío te recorre, ¿vas despertando?, no te lo aconsejo, es mejor que te quedes aquí, no busques la respuesta al sabor a sangre de tu boca, ni al dolor que oprime tus sienes, olvida el miedo de sensaciones exteriores y permanece en este mundo onírico de visones delirantes, ahoga la visión de la insulsa mediocridad sensitiva en la que has vivido; ¡¡¡enfréntame!!! pero quizá no regreses, aun cuando lo hagas no creerás lo que has vivido, no encontraras explicación a las cadenas, las paredes acolchadas y aun oirás mi voz… Estas viajando dentro de una selva de sensaciones inconclusas deseos abandonados instintos enterrados…

[ELLA]
Tu poder, tu carne, tu aliento se instala sin darme cuenta.... entre célula y célula de mi cerebro, de mi piel, de mi aliento, acomodándose sin invitación en una propiedad ajena acabada de abandonar. Tu sorprendente prepotencia hace que inevitablemente mi mundo empiece a girar a tu alrededor, creando universos de preguntas sin respuestas aparentes. Me fatiga el pensar que empieza a formar parte de mi sin quererlo, ver como lucho por combatir algo que ni he visto. Estudio palabras que nunca imaginé saber y recopilo información que no sabia que existía, mientras las manos empiezan a temblar más de lo normal a cada día que pasa. Sigo sumergida en pozo creado...(ahora) no sé por quien.

[EL]
¿Segura de no saber por quién? que absurda es la pueril naturaleza humana a pesar de ese atisbo de locura que osan llamar razón!!, mientras adoras a la cabra con un millar de crías no puedes evitarme, hagas lo que hagas entrare en ti y te llevare a las profundidades de tu propia naturaleza, a los limites de tu ultimo aliento, sin embargo me resisto a sentirlo.

¿Es posible acaso que titubee ante una simple mortal? ¿quién ha sido creado por quien? aun vibras y tiemblas ante mis susurros, es aun más absurdo que los temores de la infancia, las voces en tu cabeza, ¿aun recuerdas el despertar con el cuchillo en la mano? ¿aun piensas que fue un sueño?, ja ja, todos te miraban distinto después de eso ohh si, a partir de ese momento las peores bestias te lamían las manos en actitud sumisa, ¿no recuerdas acaso aquellos momentos donde el terror y el placer eran una misma sensación? ¿puedes recordar el rostro de quien o quienes te hicieron vibrar?

[ELLA]
La esperanza de un recuerdo dulce va muriéndose en mis entrañas mientras tus pensamientos se codean con algo que intentas destruir, y que deseo que hagas. Y la ilusión de un nuevo día ya no me hace tanta gracia como antaño, cuando admiraba el paisaje que se observa desde mi ventana. La vida pasa frente a unos ojos cansados de ver expectativas que aún pretendes cumplir. Tu tren ha pasado y tú, sigues en el andén, luchando contra el futuro más inmediato y con el pasado que intentas revivir..... Aun recuerdo el rostro de todos los que me hicieron vibrar...pero ellos se pierden cuando siento tu presencia. ¿Es que acaso tu poder no te hace desear mi alma, mi cuerpo, mi mente?

[EL]
¿Recuerdos dulces dices? ¿cómo diferencias dulce de amargo? ¿dulce para ti? quizá amargo para alguien y aun no lo sabes, o lo sabias, pero solo te importó su sabor, sentir es tan importante para los humanos que a veces hasta el egoísmo se adueña de ello, ¿quién te dijo que intento destruir ? Destrucción- creación, todo es uno con todo y al mismo tiempo no son nada.

Los trenes siguen su curso mientras yo sigo el mío, los trenes reciben mi pasajeros, pero tu solo lo has visto como mi medio para huir de algo que no quiero. ¿No volveré atrás? ¡¡¡Ja !!!, la posibilidad de hacerlo me es infinita , no así para el alma humana encarcelada entre lo que cree ser y lo que puede hacer encerrada en su caja de Pandora, aun cuando esta, se encuentre abierta sin atreverse siquiera a recorrerla por temor a lo que pueda encontrar.

¿Hasta cuando temerás a tu propio ser? los demonios internos están allí, en ti, yo los siento y con frecuencia escucho sus llamados. Aun recuerdo el brevísimo instante en que tuviste una visión de esa realidad, una noche en el abismo, el terror te invadió de tal modo, que ni siquiera podías articular palabra, pero mirabas con los ojos muy abiertos, tratando de sentir, adicta a las sensaciones, buscando una explicación racional.

Nadie que sienta mi aliento puede saber con certeza que ocurre. ¿Amigos ? muchos, ¿demonios? infinitos, ¿cómo osas pretender caminar por mis espacios e intentar asomar una chispa de esos pueriles sentimientos humanos egoístas? Ellos sólo enfocan tu propia individualidad, continua tu viaje. Tu adicción a las sensaciones corporales te lleva a querer continuar, ¿ves como el egoísmo esta implícito en ello?, ¿cuántas veces te has dedicado a entrar en alguien por la mera sensación? ¿cuantas veces has robado el alma de alguien por el solo hecho del placer mundano? ¿crees que así despertara kundalini?. Sigue mi aliento y deséame mas allá del tiempo aunque tu ultimo halito de vida se consuma, siempre estarás en este viaje!!!

[ELLA]
Sin embargo..... Palabras caídas en un pozo sin fondo. Te juro, que rabio por dentro, que mis entrañas se remueven y me crucifican al pensar en ti.
Y te prometo, que tu deseo será cumplido… post mortem.

[EL]
Aun así tu último aliento no te pertenece, aun no sabes donde cuando y como, ni imaginas tu condena, la rabia solo te hace desear aun mas la adicción al placer, al vibrar, como mil orgasmos a un tiempo ¿crees poder con eso??? es mejor que bajes del tren. Mira las paredes acolchadas de la habitación ¿puedes acaso moverte?, seguramente aun puedes oír la flauta de Pan en tu cabeza, el bosque la oscuridad y el dolor persisten en tu ser y ahí estarán acompañándote hasta el final si algún día ha de llegar.

¿Dónde estas realmente? ¿qué ha sucedido? ¿dónde están todos? no preguntes tanto, recorrer los laberintos de tu ser acompañado del halito negro no es una prueba de cordura, es mejor no mencionarlo, no confíes en esas personas de blanco, si vuelves a mirar, aquí estaré, de mi no puedes escapar, como yo tampoco lo haré, debo estar ahí en cada momento, te pertenezco y me perteneces, tu alma esta en mis manos, mas mi vida no en la tuya y, sin embargo, te pertenezco, sal del laberinto, es mejor que te guíe nuevamente, la próxima vez puede no ser el momento, tal y como no lo ha sido este.

Es quizá tiempo de llevarte por un camino mas iluminado, más sin embargo, has probado la oscuridad, a ella perteneces, de ella provienes, a ella volverás y allí estaré aguardando...

lunes, abril 04, 2005

Imagenes


La lujuria de sus pensamientos, esos que no contaba era lo que me atraía de su ser. Esos ojos impávidos que te escrutan sin querer ser notados, sentidos... La respiración en la nuca, no hay nada más erótico que su respiración en mi nuca o que sus susurros acariciándome el oído.

No sabría como describir la pasión con la que ese demonio, por llamarlo de alguna manera, ponía sus ojos sobre mi piel.

Palpitaba su mirada en cada bocanada de luz. La luz violácea del sol después de oculto tras las montañas del horizonte. Se ha acostado y la luna esta noche madrugó...

Pero los sueños ocultos mueren como todo, en el pensamiento de los demás... Sabiendo que nada es infinito, que el alma perece en aquellos seres que aún la tienen, que la conservan para bien o para mal.

Mis pensamientos se torman grises y no quiero seguir pensando por miedo a dar con la verdad.

¿Hasta qué grado de distorsión un individuo sigue siendo él mismo?
¿Hasta qué grado de distorsión un ser amado sigue siendo un ser amado?
¿Durante cuánto tiempo un rostro querido que se aleja en una enfermedad, en una locura, en un odio, en la muerte, sigue siendo aún reconocible?
¿Dónde está la frontera tras la cual un YO deja de ser YO?

lunes, marzo 07, 2005

Tour con Grama Seca


Era un miércoles normal en la ciudad de Caracas, me encontraba con Karen (Konda) en la Facultad de Ciencias de la UCV esperando la llegada de dos chiquillos encantadores, Ricardo y Oscar mejor conocido como Oz. Se suponía que la llegada de este par de muñequitos era a las 9 am .... peeeeeeeeeeeero (que fastidio que nunca falta un pero), los nenes llegaron un poco después... pues como que se atoraron en una cola y de paso el piloto es un poco despistado...esa fue la info que me dieron, la cual pude comprobar esa misma mañana.

Luego de amapuches y besos nos fuimos a realiza la respectiva paseada por caracas rumbo a la universidad Católica Andrés Bello. Un suceso curioso:

Ricardo: este.... cómo salgo de aquí?

Esta frase nos acompañó durante nuestro recorrido, pues si bien es cierto que existe el despiste, este niño se lleva la batuta (por los momentos) al manejar en la ciudad de Caracas. Atrapados en una cola (típica de la ciudad) por fin Ricardo logró tomar la ruta hacia la universidad. Les cuento que realmente se hace difícil hablar con alguien cuando Konda y Oz se ponen a hablar.... ajá los niños tienen un tono de voz un tanto...alto.

Llegamos a la universidad... buehhh mejor dicho Al Colegio de Monjas, porque eso es lo que parece. Mientras Oz y Karen hacían una cola Ricardo y yo hacíamos la otra. ¿Saben qué? Todos se ven de un lindos haciendo cola jajajajaj.
Tanta cola y tanto rollo y a la final los chicos no se inscribieron... bueno vámonos a comer porque el hambre pega. Camino al sitio donde íbamos a comer salta una pregunta muy peculiar

Oz: Te acuerdas como llegar
Ricardo: claro

Konda y yo confiadas de esto, seguimos en nuestras respectivas conversaciones. Antes de ir a comer vamos al apartamento de Oz porque él tenía alguito que hacer; para no hacer fastidiosa la espera vamos a escuchar música. Vaya repertorio musical, “Burrito sabanero” “Una canción navideña con mickey, goofy, donald” otras navideñas.... les digo un secreto... aunque mi cara era de tragedia...por dentro estaba muerta de la risa. Llegó la hora de tomar el control y vamos a comer escuchando Stratovarius.

No vayan a creer que llegamos de una sola vez... no no no para nada... lo que pasa es que Ricardo decidió cruzar donde no era solamente para que viéramos un poco más de la ciudad ñ_ñU

Llegamos al sitio donde íbamos a comer (este.... se me olvidó el nombre). Me gustó mucho el sitio y la comida uff.... ajá y tengo que contarles que el Ozito se levantó a la chica que nos atendía...jajajaj .... ahh y les cuento que tomé un cafecito con anís.... si si no pongan esa cara... la vaina sabe muyyyy bien ....me gustó :$

Les cuento que quedamos full...que vaina tan buena. Desgraciadamente ya era hora de regresar porque yo debía hacer maletas para regresar a mi tierra. Pero yo no me podía ir sin conocer los dotes de Ricardo como piloto...cinturón de seguridad en mano y el niño empieza a acelerar...se mete por un carro, por el otro y su servidora empieza a tragar grueso sin decir nadita.....se acerca a un carro y al otro...se va por el lado derecho y capúm... cae en un impelable (hueco)...todo al unísono AUCHHH... les aseguro que a todos nos dolió.

Uds conocen una canción de María no sé que vaina (creo que el apellido es Rivas) que dice más o menos: lo tiran de un lao, lo tiran pal otro y no se da cuenta que va en una moto... bueno adapten eso a Ricardo manejando jajajajajaj... ya sé a quien pedirle que me enseñe a manejar sincrónico en Caracas.

Este ha sido uno de mis mejores viajes...DEFINITIVAMENTE....

Lo que me queda es esperar a que Grama Seca (Ricardo) venga a manejar en la ciudad de Barquisimeto (mi casa) y a que sus pasajeros me cuenten las vivencias de 6 horas de carretera J...pero esa es hora historia que escribiré más adelante.

lunes, febrero 14, 2005

No pasa nada


- Si si si... estoy segura de lo que digo – Dijo Marisela
- Ohhh vamos mujer que son exageraciones tuyas... seguramente lo soñaste... o lo viste en una película – dijo Manuel mientras reía con el resto del grupo.
- Puede ser un deja vu – dijo Martha
- Ayyyyy ya vas a salir con tu psicología barata – dijo Ricardo
- Bueno.... bueno calma, calma que el asunto va en serio – asintió Marisela en un tono de seriedad momentánea. – ¿Creen que estoy loca o que ando jugando? Pues no…... hagamos una cosa... vamos este fin de semana a la casa de la montaña para que se den cuenta de lo que hablo. Ese sitio existe.
- Vale, Ricardo y yo podemos ir – dijo Martha
- Ok amor tu ganas, iremos todos – dijo Manuel dándole un beso en la frente.
- Gracias – sonrió Marisela – voy a la cocina por más bebida

¡Cálmate mujer pareces una loca! Se dijo mientras caminaba a la cocina. Cuando buscaba en la nevera escuchó un ruido entre los arbustos, como quien tropieza una rama seca. Se sobresaltó, sintió un escalofrío repugnante. Trató de agudizar sus sentidos pero solo escuchaba las voces de su novio y sus amigos.

- Ja! ¡Estás pasada de paranoica! – dijo en voz baja

Nuevamente escuchó un ruido fuera de la casa, ahora, mucho más fuerte; dejó caer las botellas y se quedó paralizada.

- ¿Qué pasa amor? – llegó corriendo Manuel
- ¿Todo está bien? – preguntó Martha con tono de preocupación
- Afuera... Afuera – Dijo Marisela llorando, asustada y aterrada.
- No veo nada...seguro fue un animal o algo parecido – dijo Ricardo al mismo tiempo que se asomaba por la ventana de la cocina – Voy a investigar.
- NOOOOOO...no vayas! – gritó Marisela
- Tranquila, no pasa nada.
- Tranquila amiga seguro es un animal como dijo Ricardo – vamos al mueble que estás pálida. Ven déjame ayudarte. Manuel ayúdame por favor.
- Si – dijo Manuel al mismo tiempo que ayudaba a Marisela a ponerse de pie.
- Voy a revisar afuera – dijo Ricardo saliendo por la puerta de la cocina.

Era una noche muy oscura, afuera la temperatura era de –5º C. Ricardo cerró por completo su chaqueta para luego poner atención a lo que buscaba. No se alejó mucho de la puerta para prevenir un asalto sorpresa; trató de ver algo en la oscuridad y al no obtener respuesta en su búsqueda decidió entrar.

- ¡Hey! no ha sido nada...seguro fue un animal. Tranquila Marisela ¡No pasa nada!– dijo Ricardo sonriendo desde la puerta.
- Ves amor.... todo está bien ¡No pasa nada! – dijo Manuel sonriendo

Mientras Manuel y Martha calmaban a su amiga Ricardo estaba cerrando a punto de cerrar la puerta cuando una mano tapó con fuerza su boca arrastrándolo fuera de la casa. No tuvo tiempo de gritar ni siquiera pudo tropezar algo para que se dieran cuenta de lo que pasaba. Movía sus brazos en el aire con desesperación, intentaba ponerse de pie para enfrentar al desconocido pero era demasiado fuerte. La desesperación y el miedo lo invadieron, una dolorosa punzada en la espalda ahogó su miedo en un grito que nunca salió de su garganta.

Sus ojos sobresaltados expresaban un dolor insoportable, lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, repetidas veces sentía como se agudizaba el dolor, poco a poco sintió que las fuerzas lo iban abandonando, ya no forcejeaba en el aire, ya no sentía ganas de gritar. La mano que lo callaba se apartó y solo quedó un suspiro del cuerpo de Ricardo.

- ¡Hey! ¿Dónde está Ricardo? ¿No estaba en la puerta?- preguntó Manuel mirando hacía la cocina esperando encontrar a su amigo. - ¿Ricardo? ¿Dónde estás? Vamos hombre que esos no son juegos.
- Algo pasa ... alguien está afuera – dijo Marisela invadida por el miedo.
- Voy a buscarlo y en cuando lo vea me las va a pagar – dijo Martha.
- No vayas por favor...afuera hay alguien, lo sé.
- Vamos Mari, tranquila.
- Por favor.
- No pasa nada, vengo en un momento.
- Tranquila Mari, seguro fue a chequear de nuevo – dijo Manuel.

Martha buscó su chaqueta y salió de la casa. ¡Demonios, que frío! – pensó.
- ¡Ricardo! Sal de donde estés, mira que esos no son juegos. No seas tan pesado.

Se escuchó un ruido cerca de los carros. Martha decidida a acabar con la broma pesada de su novio se dirige hacia los carros hablando en voz baja y protestando por la actitud de su compañero. Camino al sitio donde escuchó el ruido se tropieza con una piedra y cae al suelo. –Lo que faltaba, he manchado de barro mi vestido nuevo. Ricardo me las vas a pagar. Pensó.

Se puso de pie para percatarse de cómo había quedado su traje, tratando de retirar un poco el sucio sintió como una mano tapaba su boca, era demasiado fuerte y sentía como su cuerpo era arrastrado hacia los arbustos. Trataba de forcejear pero fue inútil, trató de gritar y la fuerza de la mano se afincó mucho más.

Se detuvo y su cuerpo fue volteado con fuerza, para quedar viendo con horror el cuerpo inerte de Ricardo. Trató de gritar pero no pudo. El miedo y el horror hicieron que mojara sus piernas con orina. Ya no era un juego. Una voz gruesa le dice: ¡No pasa nada!. El frió entró como una punzada en su espalda. El calor de la sangre recorría su espalda mientras su cuerpo caía con suavidad quedando con los ojos abiertos, congelada en el tiempo.

- Martha no regresa – Dijo Marisela completamente asustada.
- Seguro está peleando con Ricardo por algo, ya sabes como son.
- ¡NO! No me tratas como a una desequilibrada
- ¡No lo hago! Pero mira como estás... estás hecha un manojo de nervios.... No pasa nada
- ¡Basta! He escuchado esa maldita frase toda la noche y ahora mira lo que pasa
- ¡Cálmate!
- ¡No!
- ¡Voy a salir a buscarlos para que te des cuenta del ridículo que estás haciendo.
- ¡No no no no! No mi amor no salgas por favor – dijo Marisela en tono de súplica.
- Ya vengo

Marisela se quedó sola en la sala. Sentada llorando en el mueble mientras veía como Manuel se alejaba por la puerta principal.

Estaba demasiado oscuro para ver algo; caminando despacio para no tropezar con nada escuchó una voz débil en las cercanías. Agudizó su oído y pudo escuchar nuevamente el lamento. Caminó rápidamente al sitio de donde provenía el sonido. Se topó con una rama que le lastimó el rostro.

- ¡Genial! Tengo un amigo loco, su novia es una puta y mi novia está a punto de volverse loca y ahora me pego como un pendejo con una maldita rama ¿Algún pájaro quiere cagarse en mi chaqueta? – dijo caminando mientras con la mano trataba de aliviar el dolor.

Se tropieza con algo y por poco cae. – ¡El coñísimo de la madre! – exclamó. Sacó de su bolsillo un yeskero para ver con que se había tropezado. Con dificultad se da cuenta que es una pierna. Era Ricardo

- ¡Coño me asustaste! Párate y vamos adentro antes de que a Marisela le de una embolia de lo paranoica que anda – dijo mientras movía la pierna de su amigo con la punta del zapato.

Una mano tapa con fuerza su boca y sin dar tiempo a que se moviera o tan siquiera se percatara de lo sucedido un filo helado se hundió en su espalda. Manuel al sentir el frío metal trata soltarse, su asesino lo deja pensando en el juego del gato y el ratón.

Manuel se va corriendo hasta los carros tratando de abrir alguna puerta. Un leve roce de la hoja metálica hace que la sangre corra por su cuello; Manuel no puede gritar. Al caer tropieza su mano con un tronco de madera. En un esfuerzo intenta golpear a su atacante pero sus movimientos fueron inútiles.

Siente como su cuerpo es arrastrado hacia la casa. Con mucha dificultad pudo ver su rostro en el espejo y detrás a Marisela sonriendo, solo pudo escuchar: ¡No pasa nada!.

- Estamos reportando desde donde ocurrió un triple homicidio. En el perdieron la vida tres jóvenes Manuel, Ricardo y su novia Martha. La única sobreviviente de este crimen fue la joven Marisela quien está recluida en el centro clínico Bárbula. La policía sigue en la investigación del caso.

La habitación estaba recubierta por paredes blandas, su ropa era blanca, su cabello estaba suelto y desarreglado. Movía su cabeza de un lado a otro.

– NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
– Marisela que sucede, estás sudando, tuviste una pesadilla, tranquila, respira. No pasa nada. Dijo Manuel en un tono dulce y preocupado.

Marisela se levanta de la cama para calmarse un poco, va hacia el baño y abre la llave del lavamanos. Humedece su rostro y al levantarlo se exalta al ver el rostro de Manuel en el espejo.

- ¡Idiota!, me asustaste.
- ¡No pasa nada!
- Hazme un favor... no digas esa frase, no la soporto.

Marisela es tomada con fuerza. El roce de una hoja metálica hace que la sangre corra por su cuello.

- ¡No pasa nada! – dijo Manuel.