miércoles, septiembre 27, 2006

El sueño de Christian Quel'thalas



*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Una vez más los sueños se hacen presentes en mis historias. Amo jugar con la mente humana. Nino gracias por darle nombre a mis personajes... aunque.... Originalmente el relato es de O. Henry

Danielys H
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Christian Quel'thalas tuvo un sueño.

La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro mayor inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, "gemelo de la muerte". Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Quel'thalas . Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño, es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años, ocurren en minutos o instantes.

Chris aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Quel'thalas le bloqueaba el camino con un sobre. La ejecución tendría lugar a las nueve de la noche. El condenado sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.

En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó como responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya casi serían las nueve.

Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Stronzi, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo. Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a las damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible.

La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó:

- Y, señor Quel'thalas, ¿cómo se siente? ¿Bien?

- Muy bien, Stronzi - dijo Chris serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra.

- Así me gusta. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta. Recuerde, yo gané el último partido de damas. Quizás volvamos a jugar otra vez.

La estoica broma de Stronzi, seguida por una carcajada ensordecedora, más bien alentó a Christian; es verdad que a él le quedaba todavía una semana de vida.

Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Quel'thalas y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria.

- Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel -dijo, al estrechar la mano del condenado.

En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta. Quel'thalas sonrió levemente y arregló unos libros y una lapicera en la mesa. Hubiera querido hablar, pero no sabía que decir. Los presos llamaban a este pabellón de veintitrés metros de longitud y nuevo de ancho, Calle del Limbo. El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció al prisionero diciendo:

- Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien.

Quel'thalas bebió profundamente.

- Así me gusta -dijo el guardia-. Un buen calmante y todo saldrá bien.

Salieron al corredor y los siete condenados lo supieron. La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Chris iría a su silla, a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen. El hombre que mata abiertamente, en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana, a la araña, y a la serpiente. Por eso solo tres saludaron abiertamente a Christian, cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin que al intentar una evasión habían matado a un guardia, y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos. Los otros cuatro guardaban humilde silencio.

Christian se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...

Aquí en medio de una frase, El Sueño quedó interrumpido por la muerte de Christian Quel'thalas . Sabemos sin embargo el final: Christian, acusado y convicto del asesinato de su esposa, enfrentaba su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica, lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan.

La ejecución interrumpe el sueño de Quel'thalas.

sábado, septiembre 23, 2006

EL SOLIPSISTA (Fredric Brown)



*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Hace mucho tiempo que no comparto con uds historias de escritores que me inspiran... Bueno, acá tienen una excelente.
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Walter B. Jehovah, por cuyo nombre no pido excusas desde que realmente fue su nombre, ha sido un solipsista toda la vida. Un solipsista, en el caso de que no conozcas la palabra, es alguien que cree que él es la única cosa que existe realmente, que el resto de la gente y el universo en general existe sólo en su imaginación, y que si él dejara de imaginarlos su existencia acabaría.

Un día Walter B. Jehovah comenzó a practicar el solipsismo. En una semana su mujer se escapó con otro hombre, perdió su trabajo como agente marítimo y se rompió la pierna en la persecución de un gato negro tratando de evitar que se cruzara en su camino.

Decidió, en la cama del hospital, acabar con todo.

Mirando a través de su ventana, hacia las estrellas, deseó que no existieran, y no estuvieron allí nunca más. Entonces él deseó que no existiera ninguna otra persona, y el hospital comenzó a estar demasiado tranquilo incluso para un hospital. Lo siguiente, el mundo, y se encontró suspendido en un vacío. Se libró de su cuerpo, y dió el paso final para tratar de acabar con su propia existencia.

No ocurrió nada.

Extraño, pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?

«Sí», dijo una voz.

«¿Quién eres?», preguntó Walter B. Jehovah.

«Soy el único que creó el universo que acabas de aniquilar. Y ahora tú has tomado mi lugar». Hubo un enorme suspiro. «Puedo, finalmente, acabar con mi existencia, encontrar olvido, y dejarte tomar posesión».

«Pero, ¿cómo puedo dejar de existir? Eso es lo que estoy intentando hacer».

«Sí, lo sé», dijo la voz. «Debes hacerlo del mismo modo que yo lo hice. Crea un universo. Espera hasta que alguien en él crea realmente lo que tú creíste y trate de dejar de existir. Entonces te puedes retirar y dejarle tomar posesión. Adiós.»

Y la voz se fue.

Walter B. Jehovah estaba sólo en el vacío, y era la única cosa que podía hacer. Creó el cielo y la tierra. Tardó siete días.

martes, septiembre 19, 2006

Sacando la Cédula Bolivariana Meeeejma



************************************************************************************ Un poco más de humor al blog. Esta historia es real, no existen coincidencias, todo lo que aquí es narrado lo viví :'(

Danielys H
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Señores, se acercan las elecciones y los operativos de campaña están a la orden del día, gente cachifeando en las calles, otros tapando huecos, las obras comunitarias y por supuesto la cedulación, o si… ese papelito plastificado tan importante que a todos nos hace falta para cualquier cosa. No vayan a pensar que ando en la nota política, al contrario yo detesto la política, me fastidia. Mi cuento viene porque es necesario que comparta mi experiencia vivida en uno de estos operativos; aunque Ud no lo crea esta pescadita hizo acto de presencia en el tortuoso camino hacia la solicitud de tan odioso documento. Todo comenzó…..

“Deben ser las 7.30” pensé... abrí un poco los ojos para buscar mi celular y comprobé que mi reloj biológico no anda nada mal, eran las 7.29 am

- Mami, levántate
- Ujum, ya voy

“Que fastidio” fue lo único que pude pensar. Camino al baño me llevé por delante el tacón de una de mis botas, y me dije: eso te pasa por desordenada. Estando de lo más tranquila en mi pecera, somnolienta tratando de recordar con detalles el sueño de la noche anterior cuando alguien interrumpe abruptamente:

- Mami ¿estás lista?
- Nooooooo, tú me dijiste que a las 9
- Pues hay cambio de planes, tengo cosas que hacer
- Ujummmmmmmmm ¬_¬

Ni modo, me salía apurarme porque sino en mi casa sonaría a todo vol la emisora radial 95.9 FM El Gobierno, programa escrito, popularizado, dirigido, manipulado y pare ud de contar, por la excelentísima Dra. Raiza Mármol de Herrera; o sea mi mamá. Creo que nunca me había tropezado tanto en mi vida como esa mañana: “Prometo solemnemente no dejar botas ni sandalias de tacón de madera regadas por el cuarto” aja, si claro, como no… pasemos la página.

Rodando por la vía, me calaba las noticias de los muertos, accidentes y demás descuartizados, Uds. saben lo tierna que es mi mami.

- Mami, ahora que tienes carro no vayas a agarrar la guachafa de andar saliendo para todo
- Tons ¿cuál es el motivo de que tenga carro? ¬_¬
- Que de vez en cuando ayudes con algunas diligencias
- Ah, cachifeo en la calle ¬_¬
- Llámalo como quieras, el caso es que es una orden y sin protestar la tienes que hacer :D

Por fin llegamos a la Diex. Y decido ver el terreno mientras mi mami daba miles de vueltas a la manzana; lo primero que me consigo en el camino es a una señora bien gordita y muy mal vestida que tapaba la entrada al recinto: “Bueno pero… ¿y esta regordeta mal vestida de dónde salió?” pensé

- Señora, permiso por favor
- Ah si

¿Alguno de uds recuerda como eran las colas que se hacían los días en que se entregaban las becas? Bueno algo así multiplicado por 5. El montón de gente que había ahí no era normal, no sabía donde empezaba la cola ni mucho menos donde terminaba. Cuando dirijo la mirada hacia mi lado izquierdo me encuentro con una señora de esas que no pasan desapercibidas por dos motivos: uno lo “gordita”, dos la espectacular combinación de colores en la ropa (camisita azul, jeans anaranjados, zapatos verdes); mi expresión fue tan obvia que la señora habrá pensado: “¿y a ésta sifrina que le dió?” …. Mientras que por el otro lado:

- Señora
- o_O ¿cómo dijo? ¬_¬
- Oh, disculpe, señorita
- Mucho mejor
- ¿Necesita ayuda?
- (Ok un militar preguntándome si necesito ayuda … ¿estoy en el país de las maravillas?) quería saber hasta qué hora es este operativo
- Hasta las 7 de la noche
- A bueno muchas gracias (epa está como simpático)
- De nada

Dioses… ojalá todos los militares fuesen así jijijij. Estoy paradita en la acera esperando a que mi madre llegue cuando pasa muy cerca de mí un señor que olía peor que las aguas negras estancadas. Suena la corneta y es mi mami, ¡¡¡por finnnn!!! Aire acondicionado.

- Mami ¿qué pasó?
- Ay má yo no pienso hacer esa cola tan enorme
- Tienes que sacarte la cédula
- Si, pero ahí no, que va, eso está horrible, me da yuyo
- Tonta … ¿preguntaste si había operativo en alguna otra parte?
- Ups, este… no heheheh ya voy

Al pinche calor de nuevo; caminé rapidito para no sufrir mucho de calor

- Señor, ¿sabe si hay operativos en alguna otra parte?
- Si, en Fin de Siglo
- Oki, gracias

Por fin llego a fin de siglo y les confieso que me sentí cual turista, no sabía donde era, miraba de un lado a otro, no vi cola por ninguna parte y pensé: coño esto como que se acabó. Entré al CC y le pregunté al tipo grandotote que revisa las bolsas de compras (hahaha que ironía):

- Señor ¿dónde es el operativo de cedulación?
- Aquí afuera, empiezan a las 11 am
- :/ bueno gracias

Joder!!!! Que fastidio, esperar hora y media… bueno ni modo, me voy a ver tiendas. Nada de lo que vi me gusto, no vayan a pensar que soy inconforme, es que esa gente de las tiendas no tienen buen gusto ¬_¬. Me dio algo de hambre así que fui por una empanadita horneada que estaba buenísima y que no me la comí completa porque me llenó mucho. Para no escribir tanta pajuatada voy directo a la acción. Salgo del CC y pillo que la cola va desde la mitad de Fin de Siglo hasta cerca de la esquina, rayos, me va a tocar llevar sol.

Personajes:
1) Primeramente: una muchacha bien vestida, arregladita y coquetita, dijo que era Abogado (vamos a creerle).
2) Detrás de ella un tipo de vaya ud a saber que edad, con franela azul cochina, jeans rotos y sucios, un particular perfume a perolito de loco debajo de la axila y una flamante sonrisa donde falta un canino
3) Seguidamente su servidora, una bella pescadita que decide aventurarse a sacar la cédula antes de pasar un mal rato con un policía
4) Luego una señora mayor… tipo 54 años, simpática, habla mucho, es de las viejas que comenta todo al aire para buscar conversación
5) Luego un par de muchachas que… bueno, algo llamativas no por lo bonitas, sino por lo ordinarias y escandalosas, una más echaá pa’lante que la otra.
6) Los demás son actores de relleno

Se acerca un señor de barba y empieza a revisar los papeles para el proceso y se acerca hasta nosotros. Todo bien, todo en regla y

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Señora: “Hola amigo ¿cómo le va?”
Señor: “Muy bien señora”
Señora: ¿Cómo está la familia y los hijos?
Señor: Muy bien gracias, ¿me permite sus papeles?
Señora: es que no los traje completos, pensaba que como eres el esposo de fulana …
Señor: ya que ud es directa y no sufre de pena yo tampoco. Si ud hubiese sido discreta quizás la paso, pero como no puede serlo entonces haga la cola como todos ¿Me permite sus papeles?
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Sinceramente prefiero no opinar, saquen uds conclusiones, aunque sé que cuando lo lean van a decir: ¡¡¡Qué bolas!!!

Y comienza el verdadero calvario… el sol, la gente empieza a llegar, empecé a escuchar por sectores, es decir primero le ponía cuidado a una conversación, luego a otra y así iba. Conclusión: uno si habla pendejadas en una cola. El calor ya se estaba poniendo odioso y escucho que primero pasan a 20 niños y luego a los adultos, bueno ni modo, sigamos esperando.

¿Saben qué es incómodo? Hacer una cola enorme y que llegue alguien bien fresco diciendo: ay me quedé dormido, pretenda meterse en la cola y nadie le diga nada. Pues esta pescada (yo) estaba ese día con unas botas negras enormes que le estaban matando las aletas y eso la tenía de mal humor, por ende armó peo en la cola diciendo:

- Pero bueno es que aparte de chabacano eres bien abusador ¿no? Qué sabroso es llegar cuando faltan como 5 personas por delante. Levántese temprano y haga la cosa (hahahah tan moralista yo).
- Mira gorda eso no es problema tuyo.
- A mi los kilos se me quitan con dieta y ejercicio, a ti lo ordinario nunca se te va a quitar.
- Bueno, bueno qué pasa acá ¿Quién es ud? – llega el señor de barba que revisa los papeles
- Es que esta gorda anda reclamando cosas que no son
- Señor – dije Mr Barbas Blancas - primero que nada, respete a la señorita, segundo UD no estaba en la cola desde esta mañana, así que haga el favor de retirarse y si quiere sacar la cédula vaya hasta el final de la cola
- ES QUE CHAVISTA NO ES GENTE NOJODA POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS
- ¿Quién los entiende? – dice Mr Barbas

El señor se va y yo me volteo con disimulo y hace acto de presencia la Danielys carajita que llevo por dentro y le saco la lengua al tipo que se fue arrecho hahahahahaha (si, me pasé de niña, pero no importa). Bueno después de hablar tanto se acerca el momento de la verdad… pero antes hay que calarse: los malos olores, los cuentos balurdos de la vida de cada uno, a las niñas fastidiosas, los salíos que se paran a ver no sé qué cosa y que de paso te detallan hasta como tienes el cabello, los amapuches de mediodía de las parejitas que se empataron ayer y mucho más.

Viene un militar y dice hagan dos colas. Obviamente la gente que está más atrás se pone al frente para pasar rapidito y el tipo dice: pasa uno de cada cola. En lo que su servidora pilla el movimiento de una pelo pintado (yo me pinto el cabello, pero con estilo) que pretende colearse vengo yo a la carga y digo:

- Mira esta niña, yo estaba antes que tú, así que espera tu turno
- (en tono de malandrita) AAA PUEJJN PERO SI EL MILITAR DIJO QUE DE UNA COLA Y OTRA, NO SEAS PAJÚA
- No sé como harás con los demás pero yo voy primero que tú
- (llega al escenario Mr Barbas y me sonríe) así es, no se deje. SEÑORES HAGAN LA COLA COMO ESTABA Y DEJEN DE JODER TANTO QUE EL CALOR ES INSOPORTABLE Y ESTOY PERDIEWNDO EL BUEN HUMOR

Santo remedio, todo el mundo derechito e la cola. Por Finnnnnnnnnnnn!!!!! Llega el momento y la tipa que está en la laptop empieza con el interrogatorio: nombre, edad, fecha de nacimiento, estado, bla bla bla, color de pantaletas, bla bla bla, hetero, bi, homo, bla bla bla, peso, bla bla bla. Terminó el mega interrogatorio. Lo que me lleva a la siguiente pregunta:

- ¿Saben por qué uno sale tan despeinado en esa cédula? La respuesta es simple mis pequeños saltamontes: después de semejante travesía ¿quién carajos va a estar acomodándose el cabello?

Mujeres... (II Parte)



************************************************************************************* Sigo en la nota del humor.... Este es un artículo que escribí hace mucho tiempo para una revista :P

Seamos realistas y chicas acepten que si somos de esta manera ....

Danielys H
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No es que yo sea Feminista, pero…. Sólo una mujer sabe

• Pasarse la vida entera luchando contra su cabello

• Mirarse en el espejo de un ascensor

• Comprarse una blusa que no combina con nada, pero que el precio ¡Estaba I R R E S I S T I B L E!

• Hablar de intimidades que los hombres ni imaginan

• Ser tratada como una idiota por los mecánicos de un taller

• Fingir naturalidad en un examen ginecológico

• El poder de unos jeans recién lavados o de un body de lycra

• Tener crisis conyugales, crisis existenciales, crisis de identidad y ¡Crisis de Nervios!

• Ser madre soltera, madre casada, madre separada y …. Madre del marido o del novio

• Ver un partido de basket, "futball" o "basebol" solo para acompañar al novio

• Lavar la panty en la ducha y colgarla en el toallero para horror del sexo opuesto

• Comerse una caja entera de bombones o de helado porque tuvo una pelea con el novio, pasarla mal y todavía quedar destruida porque se salió de la dieta

• Escuchas que…. “Mujer al volante es peligro constante”

• Depilarse completa con cera

• Lo que se siente rasgarse las medias panty y repararlas con esmalte de uñas

• Sentirse lista para conquistar al mundo usando un nuevo labial

• Sentirse infeliz, porque no tiene una ropa linda para salir…cuando tiene el closet repleto

• Llorar en e baño, mirándose al espejo para ver su mejor ángulo

• Descubrir que su relación y el mundo se acabaron…. Para luego darse cuenta que no era nada más que un síndrome pre-menstrual

En fin…Solo una mujer sabe lo que es ser Mujer

Mujeres .... (I Parte)



*********************************************************************************** Es hora de ponerle un toque de humor a mi blog. ¿Tienen idea de lo complicada que puede ser la mente de una mujer por una cosa sin importancia? ¿No? Se los voy a demostrar con algo de humor.

Danielys H
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Una mosca de mediano tamaño se metió en la nariz del consejero suplente
Gaguin. Aunque se hubiera metido allí por curiosidad, por atolondramiento o a causa de la oscuridad, lo cierto es que la nariz no toleró la presencia de un cuerpo extraño y dio muestras de estornudar. Gaguin estornudó tan ruidosamente y tan fuerte que la cama se estremeció y los resortes, alarmados, gimieron. La esposa de Gaguin, María Michailovna, una rubia regordeta y robusta, se estremeció también y se despertó. Miró en la oscuridad, suspiró y se volvió del otro lado. A los cinco minutos se dio otra vuelta, apretó los párpados, pero no concilió el sueño. Después de varias vueltas y suspiros se incorporó, pasó por encima de su marido, se calzó las zapatillas y se fue a la ventana.

Fuera de la casa, la oscuridad era completa. No se distinguían más que las siluetas de los árboles y los tejados negros de las granjas. Hacia oriente había una leve palidez, pero unas masas de nubes se aprestaban a cubrir esta zona pálida. En el ambiente, tranquilo y envuelto en la bruma, reinaba el silencio. Y hasta permanecía silencioso el sereno, a quien se paga para que rompa con el ruido de su chuzo el silencio de la noche, y el estertor de la negreta, único volátil silvestre que no rehuye la vecindad de los veraneantes de la capital.

Fue María Michailovna quien rompió el silencio. De pie, junto a la ventana, mirando hacia fuera, lanzó de pronto un grito. Le había parecido que una sombra, que procedía del arriate, en el que se destaca un álamo deshojado, se dirigía hacia la casa. Al principio creyó que era una vaca o un caballo, pero, después de restregarse los ojos, distinguió claramente los contornos de un ser humano. Luego le pareció que la sombra se aproximaba a la ventana de la cocina y, después de detenerse unos instantes, al parecer por indecisión, ponía el pie sobre la cornisa y... desaparecía en el hueco negro de la ventana. "¡Un ladrón!", se dijo como en un relámpago, y una palidez mortal se extiende por su rostro. En un instante su imaginación le reprodujo el cuadro que tanto temen los veraneantes: un ladrón se desliza en la cocina, de la cocina al comedor..., en el aparador está la vajilla de plata..., más allá el dormitorio..., un hacha..., los rostros de unos bandidos..., las joyas... Le flaquearon las piernas y sintió un escalofrío en la espalda.

-¡Vasia!-exclamó zarandeando a su marido-. -¡Vasili Pracovich! ¡Dios mío, está roque! ¡Despierta, Vasili, te lo suplico!

-¿Qué ocurre?-balbucea el consejero suplente, aspirando aire profundamente y emitiendo un ruido con las mandíbulas.

-¡Despiértate, en el nombre del cielo! ¡Un ladrón ha entrado en la cocina! Yo estaba junto a la vidriera y he visto que alguien saltaba por la ventana. De la cocina irá al comedor..., ¡las cucharas están en el aparador! ¡Vasili! Lo mismo sucedió el año pasado en casa de Mavra.
-¿Qué pasa? ¿Quién... es?

-¡Dios mío! No oye... Pero, comprende, pedazo de tronco... Acabo de ver a un hombre entrar en nuestra cocina. Pelagia tendrá miedo y...¡la vasija de plata está en el aparador!

-¡Majaderías!

-¡Vasili, eres insoportable! Te digo que hay un ladrón en casa y tú duermes y roncas. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué nos roben y nos degüellen?

El consejero suplente se incorporó lentamente y se sentó en la cama bostezando ruidosamente.

-¡Dios mío, qué seres!-gruñó-. ¿Es que ni de noche me puedes dejar en paz? ¡No se despierta a uno por estas tonterías!

-Te lo juro, Vasili; he visto a un hombre entrar por la ventana.

-¿Y qué? Que entre... Será, seguramente, el bombero de Pelagia que viene a verla.

-¿Cómo? ¿Qué dices?

-Digo que es el bombero de Pelagia que viene a verla.

-¡Eso es peor aún!-gritó María Michailovna-. ¡Eso es peor que si fuera un ladrón!
Nunca toleraré en mi casa semejante cinismo.

-¡Vaya una virtud!... No permitir ese cinismo... Pero ¿qué es el cinismo? ¿Por qué emplear a tontas y a locas palabras extranjeras? Es una costumbre inmemorial, querida mía, consagrada por la tradición, que el bombero vaya a visitar a las cocineras.

-¡No, Vasili! ¡Tú no me conoces! No puedo admitir la idea de que, en mi casa, una cosa semejante..., semejante... ¡Vete en seguida a la cocina a decirle que se vaya! ¡Pero ahora mismo! Y mañana yo diré a Pelagia que no tenga el descaro de comportarse así. Cuando me muera puedes tolerar en tu casa el cinismo, pero ahora no lo permito. ¡Vete allá!

-¡Dios mío!...-gruñó Gaguin con fastidio-. Veamos, reflexiona en tu cerebro de mujer, tu cerebro microscópico: ¿por qué voy a ir allí?

-¡Vasili, que me desmayo!
Gaguin escupió con desdén, se calzó sus zapatillas, escupió otra vez y se dirigió
a la cocina. Estaba tan oscuro como en un barril tapado, y tuvo que andar a
tientas. De paso buscó a ciegas la puerta de la alcoba de los niños y despertó a la
niñera.

-Vasilia-le dijo-, cogiste ayer mi bata para limpiarla. ¿Dónde está?

-Se la he dado a Pelagia para que la limpie, señor.

-¡Qué desorden! Cogéis las cosas y no las volvéis a poner en su sitio. Ahora tengo que andar por la casa sin bata.

Al entrar en la cocina se dirigió al rincón donde dormía la cocinera sobre el arca, debajo de las cacerolas...

-¡Pelagia!-gritó, buscando a tientas sus hombros para sacudirla-. ¡Eh, Pelagia!
¡Deja de representar esta comedia! ¡Si no duermes! ¿Quién acaba de entrar por la ventana?

-¿Eh? ¡Por la ventana! ¿Y quién va a entrar por la ventana?

-Mira, no me andes con cuentos. Dile a tu bribón que se vaya a otra parte. ¿Me oyes? No se le ha perdido nada por aquí.

-Pero ¿me quiere hacer perder la cabeza, señor? ¡Vamos!... ¿Me cree tonta? Me paso todo el santo día trabajando, corro de un lado para otro, sin parar ni un momento, y ahora me sale con esas historias. Gano cuatro rublos al mes..., tiene una que pagarse su azúcar y su té, y con la única cosa con que se me honra es con palabras como ésas...¡He trabajado en casa de comerciantes y nunca me trataron de una manera tan baja!

-Bueno, bueno... No hay por qué gritar tanto... ¡Qué se largue tu enamorado inmediatamente! ¿Me oyes?

-Es vergonzoso, señor-dice Pelagia, con voz llorosa-. Unos señores cultos... y nobles, y no comprendan que tal vez unos desgraciados y miserables como nosotros...-se echó a llorar-. No tienen por qué decirnos cosas ofensivas. No hay nadie que nos defienda.

-¡Bueno, basta!... ¡A mí déjame en paz! Es la señora quien me manda aquí. Por mí puede entrar el mismo diablo por la ventana, si te gusta. ¡me tiene sin cuidado!

Por este interrogatorio ya no le quedaba al consejero más que reconocer que se había equivocado y volver junto a su esposa. Pero tiene frío y se acuerda de su bata.

-Escucha, Pelagia-le dice-. Cogiste mi bata para limpiarla. ¿Dónde está?

-¡Ay, señor, perdóneme! Me olvidé de ponerla de nuevo en la silla. Está colgada aquí en un clavo, junto a la estufa.

Gaguin, a tientas, busca la bata alrededor de la estufa, se la pone y se dirigió sin hacer ruido al dormitorio.

María Michailovna se había acostado después de irse su marido y se puso a esperarle. Estuvo tranquila durante dos o tres minutos, pero en seguida comenzó a torturarla la inquietud.

"¡Cuánto tarda en volver!-piensa-. Menos mal si es ese... cínico, pero ¿y si es un ladrón?"

Y en su imaginación se pinta una nueva escena: su marido entra en la cocina oscura..., un golpe de maza..., muere sin proferir un grito..., un charco de sangre... Transcurrieron cinco minutos, cinco y medio, seis... Un sudor frío perló su frente.

-¡Vasili!-gritó con voz estridente-. ¡Vasili!

-¿Qué sucede? ¿Por qué gritas? Estoy aquí...-le contestó la voz de su marido, al tiempo que oía sus pasos-. ¿Te están matando acaso?

Se acercó y se sentó en el borde de la cama.

-No había nadie-dice-. Estabas ofuscada... Puedes estar tranquila, la estúpida de
Pelagia es tan virtuosa como su ama. ¡Lo que eres tú es una miedosa..., una!...
Y el consejero se puso a provocar a su mujer. Estaba desvelado y ya no tenía sueño.

-¡Lo que tú eres es una miedosa!-se burla de ella-. Mañana vete a ver al doctor para que te cure esas alucinaciones. ¡Eres una psicópata!

-Huele a brea-dice su mujer-. A brea o... a algo así como a cebolla..., a sopa de coles.

-Sí... Hay algo que huele mal... ¡No tengo sueño! Voy a encender la bujía...
¿Dónde están las cerillas? Te voy a enseñar la fotografía del procurador de la audiencia. Ayer se despidió de nosotros y nos regaló una foto a cada uno, con su autógrafo.

Raspó un fósforo en la pared y encendió la bujía. Pero antes de que hubiese dado un solo paso para buscar la fotografía, detrás de él resonó un grito estridente, desgarrador. Se volvió y se encontró con que su mujer le mira con gran asombro, espanto y cólera...

-¿Has cogido la bata en la cocina?-le preguntó palideciendo.

-¿Por qué?

-¡Mírate al espejo!

El consejero suplente se miró en el espejo y lanzó un grito fenomenal. Sobre sus hombros pendía, en vez de su bata, un capote de bombero. ¿Cómo ha podido ser? Mientras intenta resolver este problema, su mujer veía en su imaginación una nueva escena, espantosa, imposible: la oscuridad, el silencio, susurro de palabras, etc. ¿Qué pasa entre Gaguin y la cocinera? María Michailovna da rienda suelta a su imaginación.