miércoles, septiembre 24, 2014

Los hechos no dejan de existir porque se los ignore

Los hechos no dejan de existir porque se los ignore



Y con esta premisa es que abro mi post. No existe “Intro” en este caso, sino un inmenso Gracias: ¿Por qué? ¿Para quién? Se supone que iba a hacerlo al pasar un año, pero me siento tan genial que no me puedo aguantar, estoy tan inflada que no quepo en el globo terráqueo.

Quienes me han conocido saben de mi expresividad; nunca he tenido reparo para decir las cosas ni buenas ni malas, mías o de otras personas. Quienes saben leer entre líneas han descubierto muchas cosas que quise “ocultar” y otras que  dije sin ningún tipo de mesura. Aquí todo se dice de una manera muy particular ¿Por qué? Pues porque soy así y punto. Como dice mi descripción “tengo muchos defectos, si no te gustan, tengo muchos más”

¿Por qué este post tan personal? Pues porque tengo que dar las gracias a mucha gente, no voy a poner nombres y apellidos porque todos saben el puesto que han ocupado en este largo camino, sin embargo tengo que llamarlos por lo que son: mi familia, ellos incondicionales a cualquier hora, en cualquier momento, no importa si nos hemos peleado, siempre están y estarán ahí. Mis amigos, que han sido mi escape, mi paño de lágrimas, mi consuelo, mis alegrías y mis oportunidades. Conocidos que me he encontrado en la vía, algunos dejan una huella que no se borrará, otros tan pasajeros como una nube gris en pleno verano. Y existe un pequeño grupo que no puedo dejar por fuera, porque gracias a su ingratitud aprendí muchas cosas y una de ellas es que no siempre se recibe lo que se da. A todos, mil gracias.

Hace 10 meses estaba llena de inseguridades, miedos absurdos, críticas hacia cosas que muy en el fondo sabía que me afectaban y no quería reconocer. Hoy puedo decir libremente: soy como soy y el mundo que se joda. Si, sé que antes decía lo mismo, pero sin que me quede nada por dentro, muchas veces no lo sentía ¿Por qué? Bueno puedo listar varias cosas, entre ellas el bendito de tema de “cómo ser, qué usar, cuanto pesar”. No es un secreto para nadie que las personas con sobrepeso siempre han sido víctimas de chistes crueles. También se dice por ahí que quienes hacen bromas pesadas son los acomplejados. La verdad es que por mucho empeño que le pongas a hacer de “oídos sordos”, las palabras dejan marca y en algún momento van a quebrar ese muro en el que pretendemos escondernos.

No me canso de decir gracias y redundantemente estoy infinitamente agradecida a cada una de las situaciones y personas que me llevaron a donde estoy. Y como me dijo Ana (una amiga maravillosa): todas las personas que pasan por nuestra vida son maestros. Finalmente como ya me puedo “desnudar” aquí va un antes y un después que explica mejor el montón de caracteres que he plasmado en estos párrafos.


Gracias.


martes, septiembre 16, 2014

Cosas del idioma.

Por fin encuentro un momento para contar lo que me sucedió hace unos días.



Todos los que hablamos castellano (español si lo prefieren) saben cuan rico y variado es este idioma, tanto así que una misma palabra puede tener más de tres significados de acuerdo al país donde uno esté; dicho esto voy con mi historia.

De paseo por las calles Panameñas (si, ya saben lo viajera que soy), fui a una estación de servicio a comprar un par de cosas. Al entrar me sentí renovada; me explico, el calor que hace en esta ciudad es bastante fuerte, agotador y, tengo que decirlo, no me permite estar coqueta ni perfectamente maquillada por más de diez pasos en la calle. Así que es muy sencillo imaginar cómo me sentí cuando entré al recinto con aire acondicionado, creo que sonreí tanto que lo iluminé todo.

Antes de pasearme por los estrechos y escasos pasillos decidí sentarme un poco a pensar en tonterías mientras la temperatura de mi cuerpo volvía a la normalidad. Tras unos minutos de espera y ver a la gente, me levanto de la silla intentando recordar que era lo que iba a comprar, definitivamente el calor afectó mi memoria. ¡Ya me acordé! Necesito, esto, esto y mi vista periférica ve a lo lejos un envase blanco en la parte de la nevera ¿Será?, no lo creo, me acerco, a ver, puede que si ¡¡¡SIII!!! ¡¡¡Arroz con leche!!!, ok no es que esto no existiese en este país, ni mucho menos que no sepa prepararlo (porque me queda de maravilla), pero me emocioné al verlo y obviamente me antojé de uno, además estaba perfectamente ubicado dentro de mi presupuesto.

Agarro uno y voy a la caja a pagar, es aquí donde viene el motivo de la historia:
  • -          ¿Quiere un cartucho?

Antes de colocar mi respuesta, tuve que preguntar dos veces “¿perdón?”, claro, si me dicen la palabra “cartucho” lo primero que me viene a la mente es el cartucho de la impresora, pero eso no puede ser porque la tienda no vende esas cosas, así que el primer concepto conocido queda descartado. Luego pensé en un cilindro de cartón, de metal, de lienzo, etc., que contiene una cantidad determinada de explosivo (cartucho lleno de pólvora), obviamente esto también quedó descartado al instante. Lo siguiente que pensé fue en  una hoja de papel o cartón enrollada en forma de cono que sirve para contener cosas (cartucho de almendras fritas) o también llamado cucurucho, pero no, el cucurucho que conozco es el cono del helado… ¡Coño! ¿Qué significará “Cartucho” en este país?
  • -          Perdona, pero ¿qué significa cartucho?
  •       Con cara de incredulidad y percatándose de mi acento andaluz la chica se ríe y me dice “pues cartucho

-          Inteligencia ven a mi, claro tengo un montón de cosas, para no llevarlas en la mano: UNA BOLSA (y cantaron los ángeles al fondo)… ohhh una bolsa, si deme una por favor.

Bendito idioma que me haces escribir y contar estas cosas. Por eso siempre lo he dicho, el castellano (español si así lo prefieren decir) es el idioma más complicado de hablar ;)


Yo hablo español venezolano (Naguará) con acento andaluz; experta en jerga española (España), domingo la jerga mexicana y estoy haciendo un Máster en la panameña ;) ¿Cuál hablas tú?

sábado, agosto 23, 2014

A Dios nadie lo jode.



Tengo un par de cosas que comentar antes de empezar mi relato. De entrada que rico se siente volver a escribir. Si, sé que ya lo he dicho antes, pero es que no me canso de repetirlo. Lo siguiente es que el título aunque pueda ser chocante para muchos, es sencillamente genial y todo gracias a @marijoescribe. Finalmente espero que disfruten de la historia.

********* 

Esta mañana desperté a la hora acostumbrada y me di cuenta de que estaba lloviendo. Mi primer impulso fue “quédate un rato más en cama” y así lo hice. Busqué mi móvil y empecé a leer lo que había pasado en el mundo mientras dormía. Hablando con mi manito @joad vi que el clima había mejorado, así que era hora de ir a ejercitarse.

Hago la misma ruta todos los días; hoy iba muy decidida a aumentar la distancia de mi recorrido. No había nada diferente en las calles, sólo la tranquilidad de un sábado a las siete de la mañana. Pensando en la inmortalidad “pescadística”, veo mi reflejo en alguna vidriera y pienso “coño que bella estás”, canturreo alguna canción y “cuando regrese a casa la pondré hasta quitármela de la cabeza”, veo los coches pasar y pienso “algún día me decidiré a conducir”, pasa alguien con un perro y vienen dos nombres a mi mente “Kuma, Oso”, pasa un chico bastante atractivo y mis ojos se desvían hacia él con todo el descaro del mundo (los ojos están hechos para mirar).

En el mejor momento de mis pensamientos veo que a muy pocos metros hay dos chicos evangélicos. Todos los sabemos reconocer, sabemos de que nos van a hablar y aunque muchos deciden irse por otro camino para evitar la “cháchara” religiosa yo seguí mi trayecto. Uno de los chicos era rubio y alto, bastante alto. El otro mucho más joven, yo creo que no tenía ni 20 años, aparte de que era más chiquito que yo. “Listo se me va a acercar, lo sé” y ¡¡¡Zas!!! Ahí viene:
  •           Hola, buen día, permítame entregarle este folleto que habla sobre el sufrimiento que llevamos en nuestras vidas y la energía que desperdiciamos en ello…

Mi expresión fue de “¿Ah?” y pensé “No vale yo paso de escucharte”. Así que decidí hablarle en otro idioma para quitármelo de encima y esto fue lo que pasó:
-         
  •      ¡Oh! I’m sorry, but I don’t speak Spanish (listo con esto ya no me va a echar ningún cuento de espiritualidad)
  •       ¡Oh! Don’t worry, I speak English very well…

Por estar con la tontería me salió el tiro por la culata y mientras seguía caminando el chico me hablaba en inglés de lo que menos quería escuchar
  •           Ok thank you so much.


Apuré el paso y lo dejé atrás. Hice mi recorrido pensando en que tenía que escribir esto y reírme de mi misma por estar con la tontería.


He aprendido la lección, estudiaré la misma frase en otro idioma; pero como sé que el karma existe, estoy segurísima de que Dios me va a mandar a un evangélico que hable el idioma que se me ocurra en ese instante.

martes, junio 24, 2014

So Damn Beautiful (III Parte)




Esa tarde recibí un correo, inesperado  y con un mensaje inspirador. Tanto así que aquí estoy escribiendo mientras pienso en la facilidad que tengo (y lo sé) en despertar algún pensamiento, ira, asco, rabia, repulsión, alegría, robar una risa, hasta excitación si la creatividad lo permite.

Alguien más me hizo pensar que ese cabello blanco que apareció hace que las palabras cambien, aunque siga viendo las mismas cosas. Quizá el problema está en que esas palabras me suenan a otro idioma que no consigo entender. 

A los dos, les digo gracias, han despertado algo que me llevó a publicar esto.

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Leyendo  el periódico me he dado cuenta de que el asesino en serie disfruta. No es tonto y lo que hace le produce satisfacción. Lo digo de esta manera porque sé que nací con algo, que fue alimentado poco a poco. Ya les conté sobre mi niñez y mi adolescencia, no es necesario que haga hincapié es como estuvo mi parte cuasi adulta (de verdad que no sé a qué edad me hice “adulto"), lo importante es narrar el motivo que me llevó a contarlo todo, asunto pendiente, cambio de vida, cansancio, inspiración, legado. Todavía no me decido por una de ellas, luego me ocuparé de eso.

¿Tengo una excusa para lo que hago? Si, satisfacción.  ¿Acaso necesitas algún motivo para explicar tu gusto por algún tipo de comida  o estilo de música? No estoy loco, sé perfectamente que lo que hago va en contra de lo “moralmente normal” ¿Pero no hacen lo mismo los gobiernos? Amparados en leyes inventadas, pero con el mismo fin, la diferencia está en que yo no me apoyo en nada. Lo hago y listo.
     
Creo que la mejor respuesta a las preguntas anteriores es necesidad. Sí, ganas de hablarlo, como si fuese una terapia. Está claro que esto tendrá un desenlace nefasto, pero no es algo que me asuste, es la consecuencia asumida una vez que comencé a contar esto.

Recuerdo una vez que me creí enamorado… Tenía 30 años  cuando la conocí, ella tenía 32, era extranjera… latina. Su color de piel me recordaba al caramelo. Ella estaba recién llegada a la ciudad, fresca. Puso un anuncio inocente en una página web de la ciudad, quería conocer gente y charlar un rato, lo típico de una turista. Pero nadie respondió,  así que decidí escribirle. Pasaron los días y no devolvió el mensaje, supuse que ya tenía muchos amigos, así que lo olvidé.

Una tarde vi su respuesta, me dejó su núm. de telf.  con una simpática nota. Decidí llamarla y quedamos en que pasaría a buscarla ese mismo día a las 7 de la noche. Llevaba un jean ajustado, un sweater  color rosa, una gorra negra, sus zapatos eran deportivos. Me sonrió y me sentí diferente (no sabría cómo explicarlo). En su sonrisa había calidez. Subimos al coche y le comenté a donde pensaba llevarla. Me habló de su país, y siempre que volteaba a verla, sonreía. La invité  a comer y cenamos frente a la playa. La volví a mirar y ya no pude resistirme… la besé.

Sus labios eran cálidos, suaves y adictivos. Cada vez que intentaba dejar de besarla, algo me impulsaba a seguir. Fuimos a otros sitios, otras personas, otros besos y mi cuerpo empezaba a pedirme más. Ella correspondía a mis besos y cada vez mejor.  “Me gusta y no sé por qué… su ingenuidad me atrapa, su sonrisa me conquista y sus besos me excitan”. Decidí llevarla a un lugar especial, necesitaba saber si era para mí o simplemente era un espejismo. Era un hermoso mirador en lo alto de la colina. Era de noche y a pesar de estar asustada confió en mí. Con su respiración forzada exclamó satisfacción al llegar a la cúspide, esperé hasta que pudo hablar con normalidad y la besé de nuevo.

Mis manos recorrieron su espalda, estaba caliente a pesar de la baja temperatura que hay en abril.  Tenía ganas de hacerla mía ahí mismo, así que acerqué mi entrepierna a la suya y sentí como mi deseo aumentaba, mis dedos jugaban dentro en su camiseta para tocar su pecho y fue cuando ella me dijo “detente”. No quise prestar atención, estaba demasiado embriagado y la erección no me ponía las cosas sencillas. En un momento de fuerza ella apartó mis manos y dijo tajantemente “no quiero”. He de confesar que no me gustó, pero no me enfadé. Ella pidió irnos y así lo hicimos, tenía pensado llevarla a casa, para que estuviésemos más relajados.

Bajando la colina tropecé y me caí… a ella le pareció gracioso. No paraba de reír, parecía una ebria, una histérica, balbuceaba disculpas pero era incapaz de parar. Mi erección desapareció y el placer de besarla se transformó en algo que hacia ebullir mi sangre. Caminé hacia ella y le di un golpe en el rostro, con toda mi fuerza. Cayó en el piso y tardó un poco en reaccionar. Empecé a reírme al ver que parecía un animal que no puede levantarse tras su llegada al mundo. Comenzó a gemir y a llorar, tirada en el suelo preguntó “¿por qué?”, ahora quien no paraba de reír era yo. Le quité ese ridículo gorro y la sujeté del cabello. Sin dejar de carcajear le di bofetadas y aunque interponía  sus manos poco le valieron. La solté y me alejé para tomar aire. Ella lloraba e intentaba ponerse de pie. Cuando por fin pudo hacerlo la volví a tomar del cabello y le di un fuerte golpe en el estómago. Ahora estaba lleno de ira y lo único que quería era deshacerme de ella. La hice caminar unos metros y la lleve contra las piedras, el golpe se escuchó con mucha fuerza y supe que se había lastimado. Sentí un fuerte impulso por patearla, así que lo hice. Ya no habían palabras en su boca, solo quejidos.

“Habrías sido mi reina si no te  hubieses burlado de mí. Jamás volveré a confiar en una sonrisa. Tú y solo tú eres la culpable de lo que hoy estoy haciendo”... Dejé de hablar y de patearla, ya estaba cansado y ella ya no emitía sonido alguno. Cerca de donde estábamos había un acantilado desde donde se veían unas rocas inmensas que le hacían fuerte al enfurecido mar. Me dio rabia arrastrar su cuerpo todavía caliente hasta aquel sitio. Amé y odié sus besos, su sonrisa y su cálida voz.

Jamás me había enamorado hasta ese día. Su sweater rosado se quedó enganchado en las rocas… me aleje con normalidad y fui hasta mi coche. “Adiós mi amor” fue lo único que dije.