jueves, julio 07, 2005

Buen Provecho



Cuatro paredes salitrosas encierran la humedad y un cuerpo flaco que amortiguan los resortes de un colchón agujereado y apestoso a orín. Hay moscas que lo deleitan con un concierto de zumbidos.

Bebe el último trago de cerveza abandonada en un rincón desde hace una semana. Saborea residuos mohosos que hay en el fondo de una lata con carne para perros. Canta una canción de cuna y arrulla entre brazos a un cachorro tieso, con el hocico abierto, ya sin lengua. El hombre enciende una vieja parrilla eléctrica de donde salen cucarachas, empuña un cuchillo y una sonrisa curva sus labios al aproximarse hacia la cama, donde reposa el cuerpo putrefacto de su esposa.

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