domingo, diciembre 17, 2006

Curvas Peligrosas



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El poder de las curvas femeninas siempre ha sido un arma de doble filo

Danielys H
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El metro avanzaba envuelto en su olor de hule quemado y sudor humano. La mujer en el incómodo asiento leía su revista femenina de rigor mientras, disimuladamente, miraba de reojo a los hombres del vagón y escogía uno. Con un gesto muy estudiado alzó la vista, miró al hombre que estaba frente a ella y sonrió. El hombre recibió el doble destello de mirada y sonrisa, y sonrió también, deslumbrado. Lo único que veía ahora era la vagina que se abría enorme ante él.

Supo entonces que estaba perdido, pero no pudo resistir la tremenda atracción y se dirigió hacia ella. Las puntas de los senos lo guiaron con su señal roja y atracó en ese puerto con bandera franca, justo entre las piernas de la mujer. Y se debatió ahí sin ninguna esperanza, con un placer masoquista, mientras su cuerpo se perdía, se iba por ese vórtice erótico. Casi al final sintió miedo, y en un intento desesperado se agarró con fuerza de los senos y se sostuvo así un momento, pero fue inútil y, entre las convulsiones del orgasmo, desapareció.

Del hombre aquel sólo quedó la figura encorvada que descendió en
la siguiente estación.

La mujer cruzó las piernas, sonrió satisfecha y empezó a elegir su
próxima víctima.

1 comentario:

Henry J. White dijo...

O.o Un Texto directo, conciso, y seco, (humedo ) en este caso, como lo es la vida misma... Buena manera de describir este suceso. me ha gustado mucho.