Mi entrevista con el más allá

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En vista de que la historia de fantasmas que sufrí impactó, mi amigo ultra pana Manuel Fasson decidió compartir su historia conmigo y a raíz de lo buena que está decidí comartirla con todos, además él me dió permiso, espero la disfrurten... epa me parece buena idea que mis amigos me pasen sus historias para publicarlas
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Recuerdo aquel día, el aire estaba húmedo, la noche anterior había llovido y aún se podía ver el roció sobre los árboles, yo me dirigía a mi sitio de trabajo y como de costumbre, tomé mi desayuno y salí a la parada del autobús, al llegar, ahí estaba él, sentado cómodamente en el banco, con sus dedos entrelazados –pensé (nunca lo había visto por acá), se veía un señor con poco mas de 50 años y al parecer, se veía muy calmo. Yo sin pensarlo mucho me senté a esperar el autobús, que pasaba aproximadamente a eso de las 8:00 am, eran las 7:45.

El extraño dirigió su mirada hacia mi y me preguntó la hora, sin mucho vacilar, miré mi celular y amablemente le dije que eran las 7:46, él seguía ahí con sus dedos entrelazados y moviendo continuamente sus dos pulgares, como si algo le preocupara, (ahora era notable que no tenía ninguna calma) comenzó diciéndome que se sentía muy perturbado por la situación que vivimos actualmente, las drogas, el libertinaje, muertes sin sentido, los asesinos, en fin todos los males que aquejan a la humanidad, mi atención se posa sobre este caballero y le comento que si es lamentable y que nuestra sociedad cada vez busca destruirse más, los valores y toda aquellas cosas que nos definen como seres humanos (lo malo es que los hombres, están perdiendo su humanidad, gracias al deseo de poder absoluto) el hombre se voltea y me sonríe y dice: -me alegra que aun existan jóvenes como tú, son nuestra última esperanza, lamentablemente para mi ya es tarde.

Yo extrañado por aquel comentario le dije. – Nunca es tarde para comenzar de nuevo y solo hacen falta ganas de emprender las cosas, nuevamente el extraño levanto su mirada, detuvo sus pulgares y sonrió, - ves lo que digo, comentó, no me conoces y dices que aún me puedo salvar, gracias hijo. Acto seguido volvió a bajar la mirada y continuó agitando sus pulgares. Hubo algo que me llamó la atención en ese momento y es que a pesar de que estábamos rodeados de más personas, parecía que nadie se había percatado de que estábamos ahí, pues siempre es sabido que en cualquier conversación callejera hay un metiche que quiere opinar.

Ya eran las 8:15 y el bus aún no llegaba, comencé a preocuparme pues quien era mi jefe en ese entonces, era muy exigente con la hora de llegada. El buen hombre volvió a detener sus dedos y me dijo con voz calma, -no te preocupes hijo el llegará tarde hoy tuvo un problema con su vehículo y está resolviendo, quédate tranquilo, ya el bus está por doblar a la esquina, no había terminado de decirlo cuando el autobús doblo en la descrita esquina, aquí un escalofrió recorrió mi cuerpo, el hombre se levantó y dijo bien, fue un placer conversar contigo, recuerda sigue tus pensamientos tú y los que quedan como tú son nuestra esperanza, yo baje mi mirada a recoger mi morral y cuado me reincorpore, el hombre había desaparecido, otro escalofrió recorrió mi espalda pensando donde podía estar este extraño, que jamás había visto, me monté en mi autobús pensando en el episodio que recién había vivido.

Eran ya las 8:30 y mi preocupación por llegar al trabajo se había acrecentado, la cola era larga, salir de el trigal a esa hora, hacia la avenida bolívar, es infernal, finalmente llego a 5 para las 9:00 am y mi jefe aún no llegaba, había avisado a la administradora que un caucho le había reventado y el de repuesto perdió el aire, aquí me asombré enormemente, por lo que aquel hombre me había dicho, finalmente tomé el diario, pues ese día me tocaba buscar las ofertas de computadoras (a eso me dedico) de la competencia para ver como podíamos mejorar nuestros precios, mi cuerpo se estremeció cuando llegue a la sección de sucesos y darme cuenta que el hombre con quien había hablado tan solo minutos, había muerto arrollado la noche anterior.

Manuel Fasson